viernes, 30 de julio de 2021

NADIA Y SIMONE: LO QUE EL PATRIARCADO NO TE CUENTA

 Con todo respeto (porque yo sí hice algo de gimnasia olímpica de niña y estudié el deporte; no soy una opinadora más), te cuento algunos datos que los medios deportivos del patriarcado siempre omitirán explicarte:


Nadia y Simone fueron formadas desde niñas por el mismo entrenador, Béla Károlyi. Pocos recuerdan que, después de Montreal, cuando Nadia dejó de ser púber y se convirtió en una bella joven a la que llamaban entonces “gorda”, perdió tan estrepitosamente como Simone: se caía de los aparatos que antes sobrevolaba y andaba tan angustiada como hoy se ve la cara de Simone. No pudo aguantar la presión. Lo que no te explicaban en la televisión es que la joven más famosa de Rumanía era forzada a ser la amante del hijo del dictador Nicolae Ceausescu, si bien llamaban a su relación “romance” (aunque ahora socialmente entendemos lo que significa el acoso sexual desde una posición de poder completamente desproporcionada). Cuando cayó el Muro de Berlín y se empezó a divulgar esta historia, la "puta" era ella, claro.




Los gringos todo lo compran y las Olimpíadas son sólo un despliegue de su poderío económico para hacerse creer en su excepcionalidad como nación. Si pierden en cualquier deporte, compran a los entrenadores que les ganan y se convencen de que son los mejores atletas, no los más ricos (de verdad, si ustedes pudieran ver la televisión de Estados Unidos durante los juegos olímpicos cada cuatro años, y sobre todo, sus comerciales, se doblarían de la risa de ver cómo sirve para reforzarles mentalmente su superioridad sobre el resto del mundo, que ellos suponen “natural” y no meramente financiera y militar). De modo que, cuando Nadia calificó los primeros diez perfectos en toda la historia de la gimnasia, los gringos compraron a Béla y lo pusieron a formar a todas las ganadoras durante dos décadas seguidas —todas púberes cortadas con el mismo molde—, y a “la mejor gimnasta de toda la historia”: Simone Biles.

En el centro de entrenamiento de Károlyi fue donde el médico del equipo de gimnasia Larry Nassar atacó sexualmente durante 18 años a las púberes gimnastas, incluyendo a Simone Biles.

Como vacas ordeñadas por la fuerza, después de la traumática pandemia, en lugar de utilizar el confinamiento para entrenarse y recibir apoyo psicológico, los deportistas fueron forzados a competir en estos juegos olímpicos como si no hubiera pasado nada: como si no hubieran muerto familiares y amigos y no hubiéramos pasado todos por lo mismo.

Simone Biles compareció en Tokio bajo la presión de toda esa historia que el patriarcado te cuenta como “un problema de salud mental” (de ella, claro), y aprovecha para glorificar “la necesidad de incluir la salud mental en el concepto de atención médica”.


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