¡Ayer fui al teatro, no en Nueva York sino en México! Algo bueno tenía que salir entre las trágicas cuentas (y las que faltan) de esta pandemia: teatro en línea a cualquier parte del mundo. La transmisión de la función presencial te permite conmoverte y reír junto con el público, a la distancia. No es teatro, pero te acerca más a la experiencia teatral que una teleserie en Netflix.
Vi Los habladores, escrita y dirigida por David Olguín. Con las estupendas actuaciones de mi queridísima Georgina Tábora, el fascinante Manuel Domínguez, el hipnótico Silverio Palacios, el inacabable Esteban Caicedo, la inolvidable Laura Almela y la siempre enorme Rosario Zúñiga.
Ya les he dicho: la forma como maltratamos a nuestros formidables intérpretes mexicanos es reflejo de lo disfuncional que es nuestro país. Idolatramos a nuestros pésimos futbolistas y llenamos estadios para ver cómo no meten ni un gol, pero tenemos a algunos de los mejores actores teatrales del mundo y ni nos inmutamos. Qué bendición que, ahora, por lo menos, los poquitos espectadores mexicanos que sí valoramos a nuestros artistas podamos apreciar su trabajo desde cualquier estado del país y del mundo. Como dice Adhira en Al final del patriarcado: "Ni siquiera el mal es perfecto”. ¡Algo bueno tenía que ocurrir! A las 8 de la noche hora de Nueva York, me armé con mi tacita de café y me senté en cuarta fila al centro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu lectura y por tu paciencia. Los comentarios para los apuntes que tengan más de dos días requieren moderación.