"Yo soy Charlie y soy blanco, no soy inmigrante" |
Por todo ello, para salvarse del esquematismo provocado por
los medios de paga, y ante el vacío de verdadera información, con permiso de la
autora he traducido para mis lectores este artículo publicado ayer desde París
en una de las más prestigiadas revistas de análisis político de Estados
Unidos, Counterpunch, sobre este
complejo tema pues “en realidad, Charlie
Hebdo no era un modelo de libertad de expresión”, nos señala Diana
Johnstone (autora del libro Fools’ Crusade:
Yugoslavia, NATO, and Western Delusions), y “ha terminado, como gran parte de la ‘izquierda
por los derechos humanos’, defendiendo las guerras dirigidas por EEUU”.
Como dice
un activista norteamericano (cuyo nombre omito intencionalmente no porque no lo
sepa sino para no meterlo en más problemas en estos turbulentos tiempos
neoyorquinos): “No, no es un asunto de
religiones, sino de migración. Obligamos a los más pobres de los países subdesarrollados
a emigrar, los hacemos vivir en cinturones de miseria, sin ninguna educación, y
después nos burlamos de sus religiones y de su cultura desde una condición
privilegiada”. Otra compañera suya recuerda atinadamente que los ataques a la religión
musulmana no se consideran “odio racial” pero sí las caricaturas sobre judíos,
y menciona L’affaire Sine de 2009, cuando un caricaturista de la vieja guardia
de Charlie Hebdo fue demandado por
hacer una broma acerca de la futura boda del hijo de Sarkozy con una heredera judía. “Si es contra los musulmanes es ‘libertad de
expresión’. Si es contra los judíos, es motivo de demanda”, señala. Desde
México, el periodista Óscar E. Ornelas los secunda: “Di no a Huntington con su choque de civilizaciones. No a las
provocaciones de la CIA y el Mossad”.
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Caricaturistas franceses masacrados en París
¿Qué dices cuando no tienes nada qué decir?
Por Diana Johnstone*
* Publicado originalmente por Counterpunch el 7 de enero de 2015 y traducido al
español por Malú Huacuja del Toro con permiso de la autora.
París.
¿Qué dices cuando no tienes nada qué decir?
Ése es el dilema que de súbito se impone a
los dirigentes políticos y editorialistas de Francia desde que tres hombres
armados y enmascarados entraron a las oficinas del semanario humorístico Charlie Hebdo y masacraron a una docena
de personas.
Los asesinos escaparon.
Pero no por mucho tiempo.
Los hombres eran pistoleros bien armados. Charlie Hebdo recibía periódicamente amenazas
de muerte desde hacía varios años, cuando publicó caricaturas burlonas del
profeta Mahoma. Pero aquella controversia parecía haber quedado ampliamente olvidada;
la circulación de ejemplares del semanario había declinado (como la de la
prensa en general), y la protección policíaca se había relajado. Los dos
policías que quedaban haciendo guardia fueron fácilmente baleados por los pistoleros
antes de que se metieran a las oficinas, donde la gente se hallaba en plena junta
editorial. Rara vez había presentes al mismo tiempo tantos caricaturistas y
escritores. Doce personas fueron masacradas con metralletas y otras once
resultaron heridas, algunas gravemente.
Además del caricaturista conocido como Charb (Stéphane Charbonnier, de 47
años), quien era el actual jefe de redacción de la revista, entre las víctimas se
hallaban los dos caricaturistas más famosos de Francia: Cabu (Jean Cabut, de 76 años) y Georges Wolinski (de 80 años). Un
par de generaciones habían crecido con Cabu
y Wolinski, apacibles espejos del
sentir de la izquierda francesa.
Al irse, un asesino regresó a rematar a un
policía que yacía herido en la calle. Se detuvo a gritar: “¡Hemos vengado al
profeta!”. En seguida, se escaparon hacia los suburbios del noreste.
Las multitudes se congregaron espontáneamente
en la Plaza de la República de París, no lejos de la estrecha calle donde tenía
sus oficinas Charlie Hebdo. Se
difundían lemas tan valientes como falsos: “¡Todos somos Charlie!”. Pero no lo
son. “¡Charlie vive!” No, no es así. Acaba
de ser eliminado casi completamente.
Todos están conmocionados. Ni falta hace
decirlo. Éste fue un asesinato a sangre fría; un crimen imperdonable. Tampoco
hace falta decir eso, pero todos estarán diciéndolo. Y hay mucho más que todos
estarán diciendo, como por ejemplo: “No permitiremos que los extremistas
islámicos nos intimiden y nos despojen de nuestra libertad de expresión”,
etcétera. Naturalmente, el presidente François Hollande subrayó que Francia
está unida contra los asesinos. Son
predecibles las reacciones iniciales ante una atrocidad de este tipo: “¡No
seremos intimidados! ¡No renunciaremos a nuestras libertades!”.
Sí… y no. De seguro, ni el más enloquecido
fanático religioso podría imaginar que esta masacre de humoristas convertiría a
Francia al Islam. Lo más probable es que el resultado sea todo lo opuesto: un reforzar
el creciente sentimiento antimusulmán. Si esto es una provocación, ¿qué se
propuso provocar? ¿Y qué provocará? El peligro obvio es que, al igual que [los
ataques de] el 11 de septiembre, puede fortalecer la vigilancia policíaca y
efectivamente debilitar las libertades francesas, no de la manera que
presuntamente buscan los asesinos (limitando la libertad de criticar al Islam),
sino de la manera como las libertades han quedado restringidas en los Estados
Unidos post-9 de septiembre, mediante algún tipo de imitación de la Ley Patriótica.
En lo personal, a mí nunca me gustaron las
provocadoras portadas de Charlie Hebdo,
donde caricaturas insultando al profeta —o, para el caso, a Jesús— tendían a
exhibirse. Es una cuestión de gusto. Yo no considero que los dibujos
escatológicos y obscenos sean argumentos eficaces, ya sea contra la religión o
contra la autoridad en general. No son mi plato favorito.
Pero las personas que fueron asesinadas iban
más allá de Charlie Hebdo. Los
dibujos de Cabu y Wolinski aparecían en muchas
publicaciones y eran conocidos por un público que nunca compró Charlie Hebdo. Los dibujantes y
escritores que se hallaban en esa junta editorial poseían todos sus talentos y
cualidades que nada tenían que ver con los cartones “blasfemos”. La libertad de
prensa es también libertad para ser vulgar y estúpido de vez en cuando.
En realidad, Charlie Hebdo no era un modelo de libertad de expresión. Ha
terminado, como gran parte de la “izquierda por los derechos humanos”,
defendiendo las guerras dirigidas por EEUU contra los “dictadores”.
En 2002, Philippe Val, quien en esos tiempos
era jefe de redacción, denunció a Noam Chomsky por su postura
antiestadounidense y su excesiva crítica a Israel y a los medios de
comunicación masiva. En 2008, Siné, otro
famoso caricaturista de Charlie Hebdo,
escribió una breve nota citando algo que había aparecido en las noticias
respecto al hijo del presidente Sarkozy, que se iba a convertir al judaísmo
para casarse con la heredera de una próspera cadena abastecedora de productos. Siné añadió el comentario de que “Llegará
lejos este chavo”. Por ello, Siné fue
despedido por Philippe Val, arguyendo “antisemitismo”. Siné rápidamente fundó un periódico rival que les robó una buena cantidad
de lectores a Charlie Hebdo, quienes
estaban asqueados por su doble moral.
En suma, Charlie
Hebdo era un ejemplo extremo de lo que está equivocado en la línea “políticamente
correcta” de la actual izquierda francesa. La ironía es que el ataque homicida por los asesinos aparentemente islamistas ha santificado repentinamente bajo la
eterna bandera de la Prensa Libre y la Libertad de Expresión esa desvanecida
rebeldía adolescente extendida que estaba perdiendo su atractivo popular.
Independientemente de cuál haya sido la intención de los asesinos, eso es lo
que han conseguido. Además de llevarse vidas inocentes, de seguro han
profundizado la sensación de que hay un caos brutal en este mundo; han agravado
la desconfianza entre los grupos étnicos de Francia y Europa, y no hay duda de
que han logrado igualmente otros resultados malignos. En esta era de la
sospecha, las teorías conspiratorias seguramente proliferan. ¨
En Le Monde, "Todos somos Charlie" |
Muy oportuno, documentado y valiente este texto de la autora. Gracias por la traduccion. A mi tambien me asalto el letrero: "Todos somos Charlie Hebdo"! Neta?
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