miércoles, 26 de marzo de 2014

El sindicalismo es como el rock*


Para mí, el sindicalismo es como el rock: no hay nada más prostituido, corrompido, distorsionado, saqueado, falsificado, plagiado, malinterpretado, vandalizado, duplicado, comercializado, robado, enmierdado, emputecido, humillado, perdido o desaparecido y declarado muerto, pero cuando se toca bien, es uno de los grandes inventos de la era industrial. Con los pocos instrumentos que necesita para existir, cuando se ejecuta por las razones que lo originaron, deja al desnudo su corazón humano, y nada late más contundentemente contra el oceánico poder financiero que está acabando con nosotros y con el planeta que habitamos.

Por eso, entre otras razones, me preguntó qué van a decir ahora de la teleserie House of Cards  los mismos intelectuales y artistas mexicanos que escribieron en Milenio y que gorjearon en Twitter contra los maestros sindicalistas, ya sea pronunciándose a favor de la represión o echándoles la culpa a ellos de su desalojo (¡?), incluso cantando en redes sociales Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva para que los profesores pasaran la noche bajo la tormenta en el Zócalo. ¿Serán capaces ellos mismos de decir que la excelente serie es una “magnífica radiografía del poder” o algo parecido, aunque lo sea? Porque, en esta historia  [union spoiler alert, o como decíamos antes, si no la has visto, no leas la trama, y menos ésta que es sindicalista], a través del conflicto del sindicato de maestros en Estados Unidos, lo que en realidad se cuenta es la destrucción del sistema de educación pública que el capitalismo irremediablemente impone a través de “sistemas de evaluación” y “reevaluación” aprobados por el Congreso (sí, los mismos que los perredistas y morenos aprobaron en el Congreso) y  escuelas “semiprivadas”, diseñados todos para acabar sobre todo con su enemigo primordial: el sindicalismo. ¿Qué dirán en la parte en la que el maquiavélico senador Frank Underwood explica más claro de lo que ellos querrían que “todo el mundo quiere a los maestros”, y que por ello primero hay que destrozar sus sindicatos desprestigiándolos, aprobando leyes que los despojen de su derecho a la negociación colectiva y que impongan reevaluaciones? ¿Cómo reaccionarán cuando vean que el propio legislador (¡y demócrata!: el equivalente a lopezobradorista que contrata a Bloomberg y a Giuliani en la ciudad de México) se manda apedrear por un sicario para que parezcan los maestros “violentos”? ¿Los mismos columnistas que rugieron contra la CNTE aplaudirán cuando vean en Netflix el odio fabricado contra los sindicatos, la forma como se logra que aparezcan en televisión hechos unos estúpidos y violentos; el mismo desprestigio  que ellos mismos engendraron?
Apuesto miles de dólares a que sí. A que les encantará la serie y que no encontrarán ninguna similitud entre ellos y el horroroso personaje magistralmente interpretado por Kevin Spacey.

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*Opinión que no aparecería en la sección cultural de ningún periódico mexicano por no ser de la pluma de una niña bien portada y becada por el Fonca, como las que salen publicadas en La Jornada Semanal

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