lunes, 5 de noviembre de 2012

Los más de 400 mezquinos que también existen en México y un traductor GOORTARI para entender su carta


Los “más de 400 intelectuales piden a Peña Nieto cumplir 10 compromisos para una nueva política cultural”* no son lo mejor del país, aunque el sistema de canonjías del gobierno les pague por creerlo. A diferencia de millones de mexicanos a quienes la sociedad muchas veces no le deja más recursos que participar en el crimen organizado, esta gente tiene estudios, cuenta con la información en sus manos, y opta, no obstante, por ser un eslabón en la cadena que promoverá el culto a la personalidad condenando a la crítica, y por perpetuar, desde el llamado “sector cultura”, al sistema de narcogobierno.  Todavía no toma la silla presidencial el protegido de Carlos Salinas de Gortari y ya están estos “más de 400” pidiendo a Peña Nieto dinero para ellos (no para las víctimas del narcogobierno en tantos estados, ni para la educación), a un presidente del que la mayoría de estos 400 dice que ganó por fraude, por el que no votaron (de lo cual nos dejaron constancia en Facebook muchos de ellos), pero a quien ahora asumen como la máxima autoridad y con poderes de realeza. A él se dirige esta corte. La única buena noticia es que el gremio de periodistas de la cultura oficial ya también se reconoce y denomina como parte del sistema de prebendas y pide su tajada (siquiera lo acepta abiertamente).

Corríjome: son dos buenas noticias. No una. Como afortunadamente esta película es un remake del sexenio de Salinas de Gortari, ya existe un traductor Goortari para interpretar lo que, en la práctica, quieren decir las palabras de estos intelectuales en el poder. Está en sus primeras fases de desarrollo, pero nuestros técnicos del equipo de ciberpiratas Aninónimos hizo ya una prueba en exclusiva para este blog de Cibertertulia. Ésta es la traducción de las diez demandas de los “más de 400” descarados:

1) Incluir a la cultura y las artes dentro del Plan Nacional de Desarrollo como un tema común y articulado en los planes sectoriales de educación, desarrollo social, economía, salud, turismo, medio ambiente, comunicación, seguridad pública y relaciones internacionales como lo señala la Ley de Planeación reformada el pasado 27 de enero de 2012.

Traducción:
1) La “cultura y las artes” somos nosotros, los abajo firmantes (Laura Esquivel, Juan Villoro, Sabina Berman, Xavier Velasco, Pedro Meyer, Margo Glanz, Gael García Bernal y Mario Lavista, entre otros famosos).  Cualquiera que no esté en nuestra lista no es cultura y no es arte. Es sólo paranoia, esquizofrenia (o bipolaridad, si se prefiere el anglicismo).  Queremos que nos incluyan en todas las demás listas de gente que, para efectos prácticos, se autodenomina en este momento, “sector”.
2)    Respetar escrupulosamente las culturas y la diversidad lingüística de los pueblos autóctonos u originarios, comunidades y de las culturas populares y reconocer sus derechos a gestionar su patrimonio cultural, para lo cual es necesario la creación de fondos de inversión e innovación y una legislación que les otorgue personalidad jurídica que les permita su defensa y aprovechamiento. Esto es un factor de justicia social.
Traducción:
En esta parte nosotros, los más de 400 abajo-firmantes, optamos por ignorar que Peña Nieto es el represor de Atenco; que cuando se trata de construir un aeropuerto en la tierra de los pueblos autóctonos, si los pueblos autóctonos se resisten porque las tierras son suyas, Peña Nieto hace lo que él llama “cumplir la ley”, que es mandar a las fuerzas del desorden a violar a las mujeres del pueblo. Nosotros nos hacemos los que no vimos ni oímos nada de eso porque lo que queremos son los fondos. Los fondos de inversión e innovación para los pueblos autóctonos u originarios serán distribuidos y administrados por nosotros, los más famosos de la lista de abajo-firmantes, que no tenemos nada de indígenas, y por nuestros designados representantes, quienes, de no hacer lo que nosotros ordenemos,  serán acusados por nosotros, los periodistas abajo-firmantes, de antidemocráticos, autoritarios y salinistas, y si no obedecen, serán víctimas de un zafarrancho marca Rigoberta Menchú (y si nos siguen fregando, capaz que le llegamos al precio a Lila Downs) para dejarlos a ustedes embarrados en el desprestigio hasta que nos entreguen el dinero que nosotros -no pueblos como el de Atenco, y mucho menos las comunidades indígenas zapatistas- administraremos.
3)    Asumir que la cultura es también un sector productivo, y por ello debe tener acceso a créditos, estímulos económicos y fiscales diseñados de acuerdo con sus propias características, atendiendo prioritariamente a los colectivos juveniles, a la micro, pequeña y mediana empresa y organizaciones culturales civiles. La muy diversa industria cultural puede generar mayores dividendos sociales y económicos si se le da acceso a nuevas formas de gestión, a redes internacionales de intercambio, coproducción y cooperación; es decir, si se propicia la intervención de diversos actores culturales, y el gobierno deja de ser el único (o muy principal) promotor en este ramo. El Estado debe invertir en cultura, pero sobre todo, ser facilitador de la participación de otros agentes.
Traducción:
La cultura somos nosotros, y como todo el país sabe, muchos de nosotros no producimos dinero: lo percibimos, nos lo embolsamos, y regañamos a todo aquél que pregunte por qué, o con qué derecho, o quién dice que algunos de los peores escritores que se cuentan entre los abajo-firmantes merecen recibir una mesada de por vida. Cuando dijimos que “la muy diversa industria cultural” puede generar mayores dividendos económicos, casi nos carcajeábamos al redactarlo, porque no es industria, ni es diversa (nos referíamos solamente a nosotros: obvio), ni queremos que produzca dividendos. Queremos que nos den más acceso a créditos para vivir mejor y viajar mucho a las ferias de libros y festivales que más nos gustan.
4)    Poner fin a la discrecionalidad en la distribución de fondos públicos para la cultura y las artes, definiendo reglas claras para el financiamiento público de instituciones, entidades federativas y sociedad civil, a partir de criterios de descentralización, inclusión y beneficio social.
Traducción:
Si no fuéramos tan descarados, no habríamos puesto esta cláusula, pues somos nosotros quienes no sólo hemos fomentado, sino que hemos creado esa discrecionalidad desde la fundación del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Todavía recordamos cómo nos repartíamos las becas en 1995 y nos reímos. No queremos reglas, mucho menos claras: si las quisiéramos, no habríamos vivido muchos de nosotros veinte años de esa falta de regulación en el sector.
5)    Proponer los cambios legislativos y tomar las medidas necesarias para incluir la educación artística, digital y audiovisual en el sistema educativo nacional y el uso cultural de los medios de comunicación.
Traducción:
5) Nosotros, sin el consenso de la población, vamos a redactar esas propuestas legislativas, y nos vamos a encargar de que, en esa educación “artística, digital y audiovisual” seamos nosotros los maestros, para percibir un sueldo adicional a nuestra beca. Si nos lo quitan, los acusamos de autoritarios, corruptos y antidemocráticos, y les armamos un escándalo marca huelga de la UACM.
6)    Diseñar estrategias de promoción, difusión y fomento de la cultura y las artes a nivel internacional acordes a la política cultural de Estado y crear nuevas estrategias de promoción cultural, acordes a los cambios que demanda el avance tecnológico.
Traducción:
6) Queremos presupuesto para viajar más y darnos a conocer más por el mundo. Queremos codearnos con los artistas que realmente valen para que no quede duda de que nosotros valemos. Nosotros vamos a aparecer en los carteles de Sanborns junto con Mónica Lavín, Guadalupe Loaeza y Alberto Ruy Sánchez. Los anuncios de Sanborns ahora se distribuirán también por todo el mundo, además de en los puentes peatonales, colgados junto con los narcomensajes que eventualmente aparezcan en estados cuyas desgracias nos importan un pepino.  
7)    Impulsar la reforma de las instituciones públicas encargadas de las políticas culturales y que hoy consumen la mayor parte de los recursos en gasto burocrático y diseñar un sistema de planeación y evaluación que permita tener indicadores de desempeño e impacto social.
Traducción:
7) Bueno, esto lo decimos por no dejar. Son las cláusulas más burocráticas. Las redactó Gerardo Estrada cuando los demás nos fuimos a dormir.
8)    Fortalecer y ampliar políticas de fomento a las diversas ramas y actividades del sector, que estimulen la inversión pública y privada, al igual que la creación de fundaciones, colecciones, instituciones, centros culturales juveniles y otros pequeñas iniciativas  no gubernamentales o mixtas, que brinden beneficios colectivos y comunitarios en este campo.
Traducción:
8) Nosotros administraremos esas fundaciones, colecciones e instituciones. Nosotros decidiremos nuestros sueldos, los de los demás, a qué se dedica cada quién, y cuánto tiempo tenemos permitido no dedicarnos durante el año a nada de eso. Si no les gusta cómo lo hacemos, ponemos a una flotilla de tuiteros acusándolos de paranoicos, bipolares, con trastornos de personalidad, envidiosos a los que no hay que hacerles ningún caso, etc., y difundimos episodios distorsionados de su vida privada para hacerlos ver ridículos o dementes.
9)    Crear programas de formación en gestión, administración y comunicación cultural para responsables del sector a nivel federal, estatal y municipal así como para organizaciones culturales y artísticas.
Traducción:
 9) Nosotros somos, de hecho, esas organizaciones culturales y artísticas, claro. Y el presupuesto se nos deberá destinar también.
10)Tener claro que quien dirija la institución rectora del sector, deberá tener la capacidad para articular una política pública de Estado, fincada en el diálogo con las comunidades culturales, instituciones y empresas, tomando en cuenta experiencias locales e internacionales exitosas. Esta persona deberá tener experiencia probada en su quehacer, contar con una visión amplia, desprejuiciada e incluyente del inacabable terreno de nuestra cultura, y gozar del respeto de los protagonistas de estos procesos.
Traducción:
 10) Aquí estamos apuntalando ya a nuestro “tapado”, nuestro candidato, pues nosotros, como Salinas de Gortari, creemos que las prácticas priistas son las mejores para preservar nuestro presupuesto y una paz social que exista sólo dentro de los aviones en los que viajamos y en las ferias y festivales en los que nos presentamos. 



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5 comentarios:

  1. Malú, qué buen traductor! Gracias por compartirlo.

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  2. Excelente. Es la triste verdad, Malú.

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  3. Encabrona la higiene de estas demandas,quisiera decir que la traducción reivindica, pero ya chale con tanta impunidad

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  4. Malú Huacuja del Toro6 de noviembre de 2012, 16:27

    JUAR (jubilosa, ultrasonora, agradecidísima risotada). Lo que estaría suave es que redactáramos tú y yo una carta de la pura traducción y se la mandáramos muy solemenemente a Peña Nieto, Claudia. Capaz que le parece muy bien y nos hace caso (broma).

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