Los “más de 400 intelectuales piden a Peña Nieto cumplir 10 compromisos para una nueva política cultural”* no son lo mejor del país, aunque el sistema de canonjías del gobierno les pague por creerlo. A diferencia de millones de mexicanos a quienes la sociedad muchas veces no le deja más recursos que participar en el crimen organizado, esta gente tiene estudios, cuenta con la información en sus manos, y opta, no obstante, por ser un eslabón en la cadena que promoverá el culto a la personalidad condenando a la crítica, y por perpetuar, desde el llamado “sector cultura”, al sistema de narcogobierno. Todavía no toma la silla presidencial el protegido de Carlos Salinas de Gortari y ya están estos “más de 400” pidiendo a Peña Nieto dinero para ellos (no para las víctimas del narcogobierno en tantos estados, ni para la educación), a un presidente del que la mayoría de estos 400 dice que ganó por fraude, por el que no votaron (de lo cual nos dejaron constancia en Facebook muchos de ellos), pero a quien ahora asumen como la máxima autoridad y con poderes de realeza. A él se dirige esta corte. La única buena noticia es que el gremio de periodistas de la cultura oficial ya también se reconoce y denomina como parte del sistema de prebendas y pide su tajada (siquiera lo acepta abiertamente).
Corríjome: son dos buenas noticias. No una. Como afortunadamente esta
película es un remake del sexenio de
Salinas de Gortari, ya existe un traductor Goortari para interpretar lo que, en
la práctica, quieren decir las palabras de estos intelectuales en el poder.
Está en sus primeras fases de desarrollo, pero nuestros técnicos del equipo
de ciberpiratas Aninónimos hizo ya una prueba en exclusiva para este blog de
Cibertertulia. Ésta es la traducción de las diez demandas de los “más de 400”
descarados:
1) Incluir a la cultura y las artes dentro
del Plan Nacional de Desarrollo como un tema común y articulado en los planes
sectoriales de educación, desarrollo social, economía, salud, turismo, medio
ambiente, comunicación, seguridad pública y relaciones internacionales como lo
señala la Ley de Planeación reformada el pasado 27 de enero de 2012.
Traducción:
1) La “cultura y las artes” somos nosotros, los abajo
firmantes (Laura Esquivel, Juan Villoro, Sabina Berman, Xavier Velasco, Pedro
Meyer, Margo Glanz, Gael García Bernal y Mario Lavista, entre otros famosos). Cualquiera que no esté en nuestra lista no es
cultura y no es arte. Es sólo paranoia, esquizofrenia (o bipolaridad, si se
prefiere el anglicismo). Queremos que
nos incluyan en todas las demás listas de gente que, para efectos prácticos, se
autodenomina en este momento, “sector”.
2) Respetar escrupulosamente las culturas y la diversidad
lingüística de los pueblos autóctonos u originarios, comunidades y de las
culturas populares y reconocer sus derechos a gestionar su patrimonio cultural,
para lo cual es necesario la creación de fondos de inversión e innovación y una
legislación que les otorgue personalidad jurídica que les permita su defensa y
aprovechamiento. Esto es un factor de justicia social.
Traducción:
En esta
parte nosotros, los más de 400 abajo-firmantes, optamos por ignorar que Peña
Nieto es el represor de Atenco; que cuando se trata de construir un aeropuerto
en la tierra de los pueblos autóctonos, si los pueblos autóctonos se resisten
porque las tierras son suyas, Peña Nieto hace lo que él llama “cumplir la ley”,
que es mandar a las fuerzas del desorden a violar a las mujeres del pueblo. Nosotros
nos hacemos los que no vimos ni oímos nada de eso porque lo que queremos son
los fondos. Los fondos de inversión e innovación para los pueblos autóctonos u
originarios serán distribuidos y administrados por nosotros, los más famosos de
la lista de abajo-firmantes, que no tenemos nada de indígenas, y por nuestros
designados representantes, quienes, de no hacer lo que nosotros ordenemos, serán acusados por nosotros, los periodistas
abajo-firmantes, de antidemocráticos, autoritarios y salinistas, y si no
obedecen, serán víctimas de un zafarrancho marca Rigoberta Menchú (y si nos
siguen fregando, capaz que le llegamos al precio a Lila Downs) para dejarlos a
ustedes embarrados en el desprestigio hasta que nos entreguen el dinero que nosotros -no
pueblos como el de Atenco, y mucho menos las comunidades indígenas zapatistas- administraremos.
3) Asumir que la cultura es también un sector
productivo, y por ello debe tener acceso a créditos, estímulos económicos y
fiscales diseñados de acuerdo con sus propias características, atendiendo
prioritariamente a los colectivos juveniles, a la micro, pequeña y mediana
empresa y organizaciones culturales civiles. La muy diversa industria cultural
puede generar mayores dividendos sociales y económicos si se le da acceso a
nuevas formas de gestión, a redes internacionales de intercambio, coproducción
y cooperación; es decir, si se propicia la intervención de diversos actores
culturales, y el gobierno deja de ser el único (o muy principal) promotor en
este ramo. El Estado debe invertir en cultura, pero sobre todo, ser facilitador
de la participación de otros agentes.
Traducción:
La
cultura somos nosotros, y como todo el país sabe, muchos de nosotros no
producimos dinero: lo percibimos, nos lo embolsamos, y regañamos a todo aquél
que pregunte por qué, o con qué derecho, o quién dice que algunos de los peores
escritores que se cuentan entre los abajo-firmantes merecen recibir una mesada
de por vida. Cuando dijimos que “la muy diversa industria cultural” puede
generar mayores dividendos económicos, casi nos carcajeábamos al redactarlo,
porque no es industria, ni es diversa (nos referíamos solamente a nosotros:
obvio), ni queremos que produzca dividendos. Queremos que nos den más acceso a
créditos para vivir mejor y viajar mucho a las ferias de libros y festivales
que más nos gustan.
4) Poner fin a la discrecionalidad en la distribución
de fondos públicos para la cultura y las artes, definiendo reglas claras para
el financiamiento público de instituciones, entidades federativas y sociedad
civil, a partir de criterios de descentralización, inclusión y beneficio
social.
Traducción:
Si no fuéramos tan descarados, no habríamos
puesto esta cláusula, pues somos nosotros quienes no sólo hemos fomentado, sino
que hemos creado esa discrecionalidad desde la fundación del Fondo Nacional
para la Cultura y las Artes. Todavía recordamos cómo nos repartíamos las becas en
1995 y nos reímos. No queremos reglas, mucho menos claras: si las quisiéramos,
no habríamos vivido muchos de nosotros veinte años de esa falta de regulación en el
sector.
5) Proponer los cambios
legislativos y tomar las medidas necesarias para incluir la educación
artística, digital y audiovisual en el sistema educativo nacional y el uso
cultural de los medios de comunicación.
Traducción:
5) Nosotros, sin el consenso de la población, vamos a
redactar esas propuestas legislativas, y nos vamos a encargar de que, en esa
educación “artística, digital y audiovisual” seamos nosotros los maestros, para
percibir un sueldo adicional a nuestra beca. Si nos lo quitan, los acusamos de
autoritarios, corruptos y antidemocráticos, y les armamos un escándalo marca
huelga de la UACM.
6) Diseñar estrategias de
promoción, difusión y fomento de la cultura y las artes a nivel internacional
acordes a la política cultural de Estado y crear nuevas estrategias de
promoción cultural, acordes a los cambios que demanda el avance tecnológico.
Traducción:
6) Queremos presupuesto para viajar más y darnos a
conocer más por el mundo. Queremos codearnos con los artistas que realmente
valen para que no quede duda de que nosotros valemos. Nosotros vamos a aparecer
en los carteles de Sanborns junto con Mónica Lavín, Guadalupe Loaeza y Alberto
Ruy Sánchez. Los anuncios de Sanborns ahora se distribuirán también por todo el
mundo, además de en los puentes peatonales, colgados junto con los
narcomensajes que eventualmente aparezcan en estados cuyas desgracias nos
importan un pepino.
7) Impulsar la reforma de
las instituciones públicas encargadas de las políticas culturales y que hoy
consumen la mayor parte de los recursos en gasto burocrático y diseñar un
sistema de planeación y evaluación que permita tener indicadores de desempeño e
impacto social.
Traducción:
7) Bueno, esto lo decimos por no dejar. Son las
cláusulas más burocráticas. Las redactó Gerardo Estrada cuando los demás nos
fuimos a dormir.
8) Fortalecer y ampliar
políticas de fomento a las diversas ramas y actividades del sector, que
estimulen la inversión pública y privada, al igual que la creación de
fundaciones, colecciones, instituciones, centros culturales juveniles y otros
pequeñas iniciativas no gubernamentales o mixtas, que brinden
beneficios colectivos y comunitarios en este campo.
Traducción:
8) Nosotros administraremos esas fundaciones,
colecciones e instituciones. Nosotros decidiremos nuestros sueldos, los de los
demás, a qué se dedica cada quién, y cuánto tiempo tenemos permitido no
dedicarnos durante el año a nada de eso. Si no les gusta cómo lo hacemos,
ponemos a una flotilla de tuiteros acusándolos de paranoicos, bipolares, con
trastornos de personalidad, envidiosos a los que no hay que hacerles ningún
caso, etc., y difundimos episodios distorsionados de su vida privada para
hacerlos ver ridículos o dementes.
9) Crear programas de
formación en gestión, administración y comunicación cultural para responsables
del sector a nivel federal, estatal y municipal así como para organizaciones
culturales y artísticas.
Traducción:
9) Nosotros somos, de hecho, esas organizaciones
culturales y artísticas, claro. Y el presupuesto se nos deberá destinar
también.
10)Tener claro que quien dirija la
institución rectora del sector, deberá tener la capacidad para articular una
política pública de Estado, fincada en el diálogo con las comunidades
culturales, instituciones y empresas, tomando en cuenta experiencias locales e
internacionales exitosas. Esta persona deberá tener experiencia probada en su
quehacer, contar con una visión amplia, desprejuiciada e incluyente del
inacabable terreno de nuestra cultura, y gozar del respeto de los protagonistas
de estos procesos.
Traducción:
10) Aquí estamos apuntalando ya a nuestro “tapado”,
nuestro candidato, pues nosotros, como Salinas de Gortari, creemos que las
prácticas priistas son las mejores para preservar nuestro presupuesto y una paz
social que exista sólo dentro de los aviones en los que viajamos y en las ferias y festivales
en los que nos presentamos.
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Malú, qué buen traductor! Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarExcelente. Es la triste verdad, Malú.
ResponderEliminar¡Totalmente de acuerdo!
ResponderEliminarEncabrona la higiene de estas demandas,quisiera decir que la traducción reivindica, pero ya chale con tanta impunidad
ResponderEliminarJUAR (jubilosa, ultrasonora, agradecidísima risotada). Lo que estaría suave es que redactáramos tú y yo una carta de la pura traducción y se la mandáramos muy solemenemente a Peña Nieto, Claudia. Capaz que le parece muy bien y nos hace caso (broma).
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