Cuando una mujer mexicana elabora un enunciado diciendo: "Que me perdonen las feministas, pero…", ya existe por lo menos una razón para perdonarla. La segunda es que tras una mujer hablando así siempre hay un hombre dándole croquetas. La tercera es que será tal vez ese hombre por el que, en un futuro, esa mujer se volverá feminista.
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