domingo, 16 de enero de 2011

Y se levantó una espigada ola desde la última fila del público. Me preguntó si mi novela, Crimen sin faltas de ortografía no constituía una severa crítica a los desfiguros de la generación del '68. Tenía yo 26 años. ¿Cómo lo iba a saber? Pero el hombre tenía razón: lo era. Ni siquiera lo vi cuando empecé a pagar las consecuencias de quienes sí lo entendieron así. El lector sabía más que la escritora.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu lectura y por tu paciencia. Los comentarios para los apuntes que tengan más de dos días requieren moderación.