jueves, 25 de diciembre de 2014

Conaculta: ¿falta de dinero o desarreglo de prioridades?

 "Cálidas o despiertas, dormidas o ya frías, /estas voces se pegan a los labios / y dicen y se dicen altos, duros misterios, /prohibidos latidos, esbeltos calosfríos." : Efraín Huerta, Las voces prohibidas.




Esta Navidad fue amarga para los artistas, técnicos y empleados administrativos contratados por honorarios por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). Gracias a lo que algunos empezaron a compartir en las redes sociales y que después se convirtió en un etiquetado multitudinario de Twitter (#PágameConaculta), que se difundió en prestigiadas publicaciones electrónicas como Sin Embargo, y que arribó incluso a las páginas de la prensa impresa, se supo que los artistas por honorarios han resistido retrasos en sus pagos de meses (en algunos casos, hasta seis meses). Tras una intensa campaña mediática de presión al actual presidente del Conaculta,  Rafael Tovar y de Teresa (quien ocupó ese mismo cargo durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari), muchos fueron remunerados, literalmente, en vísperas de Navidad. Pero, como bien sabe todo trabajador por cuenta propia, asalariado o por comisión, pagar con retrasos de más de un mes no es entregar el sueldo completo. En ocasiones, cuando el retraso llega a los dos meses, equivale a remunerarle menos de la mitad del valor de su trabajo, pues a esas alturas el artista, técnico o administrativo ya no sólo debe la renta de su casa, las cuentas domésticas y a todos los amigos y samaritanos que le hayan prestado para comer esos meses, sino el tiempo que, con su justo pago, habría invertido vendiéndose para adquirir su siguiente encargo artístico (o técnico), y las cuentas del próximo mes que, aún con una nueva asignación en puerta (cuando el artista es exitoso y es contratado continuamente), no tiene cómo pagar. En ocasiones, cuando por fin le pagan, el empleado contratado por honorarios está recibiendo sólo una tercera parte del trabajo que verdaderamente hizo. En realidad, el pago que recibieron los artistas ayer 24 de diciembre, sin duda bienvenido, está devaluado.
    
     Si esto ocurre en uno de los sectores que tienen más voz y voto en el país (el sector cultura), cabe imaginar lo que sufre el resto de los trabajadores en otros gremios donde no cuentan con un acceso tan inmediato a la prensa ni a la atención de la opinión pública nacional. Pero precisamente porque se trata de uno de los sectores más "ruidosos y sonoros" fue creado el Conaculta. Algunos nacieron en aquellos años y son ahora jóvenes artistas, por lo que cabe recordarles que en un pasado no era el Conaculta, sino el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), la institución encargada del fomento y la difusión de la cultura en México. Esta institución, en lugar de becar a escritores que no necesitan el dinero, les daba trabajo a los artistas que lo necesitan, ya fuera como maestros y/o comisionándolos para espectáculos, o contratando sus publicaciones. El presupuesto de cultura se destinaba a las escuelas para formar más artistas, y a los teatros y salas de conciertos para darles trabajo. En eso consistía el apoyo. Pero, a partir del salinato, por encima del INBA, Carlos Salinas de Gortari y sus asesores intelectuales orgánicos (como Héctor Aguilar Camín) idearon un sistema de repartición de becas para los escritores y artistas que nos oponíamos a la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) sin el consenso de la población, a fin de silenciarnos. Estas becas no se entregaron por mérito ni por necesidad financiera (lo que, en un país con tantas desigualdades económicas, habría sido no sólo deseable sino imperativo). No se realizaron estudios socioeconómicos entre los solicitantes para, además de la calidad artística, favorecer a quienes de verdad necesitan el apoyo: a los que no tienen casa propia, a los que pagan renta o viven muy mal. De hecho, lo primero que se decidió en el Fonca fue otorgarles una beca vitalicia a dos premios Nobel: el mexicano Octavio Paz y el colombiano Gabriel García Márquez (¿ustedes creen que un Premio Nobel estaba muy urgido del dinero del erario federal?). Fue por eso que los creadores opositores a la firma del TLC pedíamos a los escritores que no aceptaran la beca y que siguieran funcionando como trabajadores por honorarios: mientras menos se incorporaran, más protestarían y más se valoraría el trabajo asalariado por una obra que ya se hizo, que ya se entregó, como es el caso de los artistas por honorarios que esta Navidad tienen problemas para pagar sus necesidades más elementales aunque ya terminaron su trabajo porque el Conaculta privilegia el pago por adelantado a unos becarios que son casi siempre los mismos y entre los que no ha surgido ningún movimiento artístico notable. Nuestra demanda era que el dinero que pensaban destinar a becar gente sin ningún rigor ni criterio artístico ni económico se destinara a reparar los edificios de las escuelas, a dar más clases, más teatros, más salas de concierto, y más trabajo a los artistas. Que se diera más difusión a su trabajo. Que pudieran vivir del favor de su público, lo cual es parte de su alimento.  Ese sistema de becas, el Fonca, paga por adelantado a los artistas que, en una cantidad escandalosa de ocasiones, no tienen que entregar ningún trabajo hecho a cambio de sus mesadas. 
     Aunque los opositores no fuimos escuchados (de hecho, fuimos vilipendiados como "resentidos sociales", "envidiosos" y "enfermos"), y aunque se nos aplastó por todos los medios, en esta Navidad reemerge la "punta del iceberg" de la crisis de prioridades que representa el Conaculta, y que no es precisamente económica ni presupuestal, sino sistémica y conceptual. Algunos artistas han comentado en sus espacios de redes sociales virtuales que "no hay dinero" porque "el gobierno recortó el presupuesto para el sector cultura este año", pero si ustedes suman los 30 mil pesos mensuales que se entregarán durante tres años a los ganadores del muy corrupto Sistema Nacional de Creadores por un trabajo que no han entregado, descubrirán que sí había dinero para pagarles a los que ya cumplieron. Tal vez por fin, más de 25 años después, haya llegado el momento de reconsiderar las prioridades del Conaculta como Secretaría de Cultura, y en lugar de sobornar a los más ruidosos y sonoros con becas para que no representen una verdadera oposición al régimen, sea el momento de canalizar el presupuesto que hay —que no es poco— en pagarles a los maestros y artistas a tiempo, en darles trabajo a los que sí lo hacen bien y sí lo necesitan, y en abrir editoriales para los escritores que sí escribimos y a los que sí nos leen. 
     Para solucionar esta crisis de prioridades que tanto alivio económico representaría para los verdaderos artistas y para sus jóvenes aprendices, no sería mala idea regalarles de Navidad a los trabajadores por honorarios del Conaculta el libro 25 infamias culturales (Cuadernos de El Financiero, 2008), de una de las mejores periodistas de cultura de México, Carmen García Bermejo (quien jamás recibió beca del Fonca), para que puedan leer siquiera el primer capítulo Jueces que se becan a sí mismos y conozcan la historia de la institución para la cual trabajan y por qué no les paga a tiempo. Sin memoria no tenemos futuro.
Crisis conceptual: A propósito de la inmerecida entrega de la Medalla Bellas Artes a Poniatwska, esta interlocutora defiende a Tovar y de Teresa.

Muchos de los ganadores del Sistema Nacional de Creadores en 2014 -para los que sí habrá pago cada mes por adelantado durante tres años- son los mismos que ganaban en 1990. Con su silencio y a su complacencia, son también forjadores del infierno mexicano actual. Si ven  sus fotos en redes sociales verán que ellos sí pasaron una Navidad a todo dar, con regalos, fiestas y viajes.







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