domingo, 19 de septiembre de 2021

LA GENERACIÓN TURRÓN

 

GENERACIÓN TURRÓN, no «de cristal», es como llamo a una estremecedora y dulce mayoría de los novelistas publicados por grandes editoriales después del salinato, pues se formaron en la cultura de «publicadores de libros», más que de escritores de estos. A diferencia de ellos mismos, yo sí los leo. El resultado no es culpa de los publicadores, sino de sus antecesores y antecesoras de mi generación, precisamente, contra cuyas prácticas corruptas tanto luché, y que forjaron un sistema blindado de tráfico de influencias, de «jueces que se premiaban a sí mismos» (Carmen García Bermejo dixit), de derecho de pernada o de sobada de ego y de reseñas intercambiadas por canonjías. Todo eso combinado con la nueva ola digital globalizada de «las venidas del norte» (orgásmicas publicadoras apoyadas por grandes consorcios gringos también, muy grandilocuentes pero igualmente ilegibles). Sus libros presentados por los grandes consorcios editoriales españoles o británicos o gringos son como pasteles con el decorado barroco fabuloso de su sello editorial, pero crudos por dentro…

     Sí: el problema es cuando lo partes y descubres que, al interior, la masa no está ni batida. No te puedes comer los grumitos de clara de huevo con mantequilla y harina. ¿Por qué? Porque ni siquiera tienen corrector de estilo. Nadie los leyó: ni su muy prestigiado editor siquiera. Hay problemas de continuidad de hechos y personajes, sintaxis y hasta puntuación. Nunca tuvieron un mentor, pues sus maestros también tienen miedo de sus protectores y no les dicen la verdad. Lo que tienen es un sistema de porristas pagados alrededor que aplauden y echan confeti, pero que desaparecen cuando tú sí le hincas el diente a la rebanada, adornada por fuera y cruda por dentro… 

     Entonces, en ese salón vacío donde me dejaron todos los que vitorearon pero no leyeron el libro, me doy cuenta de que no es culpa del autor o la autora. El chef ni siquiera sabe que existen pasteles bien horneados. Hace lo que todos los demás chefs: conseguir sala de fiestas y turrón, nada más. Si le dices la verdad, te mira como si se hubiera metido una marciana a su cocina; un ser extraterrestre que no debería estar ahí.  


     Afortunadamente, no todo está perdido: en otros rincones editoriales menos afamados se cocina la literatura que no sabíamos que necesitábamos leer, hasta que damos con ella.



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