De regreso a Nueva York después de un festival muy productivo y feliz, en el que disfruté lo que Poniatowska y demás tramposos y tramposas nunca podrán conocer por más premios que reciban: la satisfacción.
Se hizo una lectura dramatizada de mi nuevo guión, quedé en la terna de finalistas de voces innovadoras e hice la presentación concisa (pitching) ante productores y directoras. También en esa sesión me enorgulleció mucho hacer tan buen papel y quedar finalista (según supe, me contó una pajarita), pues no soy directora y además no hablé en mi idioma natal.
Por supuesto, usé el rebozo que la periodista Carmen García Bermejo me regaló, y no “engrapado” para la foto, como acertadamente señala la actriz y poeta Isabel Benet respecto a una cierta figura pública, je, je.
Las discusiones plantearon cuestiones realmente interesantes, como es el hecho de que la industria quiere poner la clasificación “F” al cine dirigido por mujeres, y eso plantea dilemas, ya que la letra “F” en inglés, resuena a la calificación de “reprobada” (“Failed”) en la escuela, además de que aleja al público potencial que cree que “femenino” va a ser “cine romántico” o de queja. Por otra parte, como dijeron algunas colegas, a veces es difícil encontrar (en Netflix, por ejemplo), cine de mujeres, y la clasificación sí ayuda. Es como arma de dos filos.
Ahora aprovecho el sábado para mandar mi guion a los
productores y directoras que me lo pidieron. En el video se puede ver parte de
la lectura dramatizada con el fantástico actor Thomas Gough en el papel de Satanás.
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