Tuve una vez un amor.
Era platónico.
Pero me quiso más que
nadie.
De tanto estar en mi
casa, aprendió atender las camas. Empezó a usar zapatos. Dejó de volar.
Hasta contestaba el
teléfono cuando yo salía.
Nadie sabía
escucharlo.
Nadie podía verlo.
Nadie me cree.
Ése era su único
defecto.
Eugenia León y Malú Huacuja del Toro, CDMX, 1991 |
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