Ustedes no lo saben porque en México nadie
les detalló realmente cómo era la campaña presidencial en Estados Unidos, pues
ningún periódico nacional se tomó el tiempo de contratar a un verdadero
cronista (o porque la falta de normas y el exceso de premios acabó con el periodismo:
a saber), pero el año pasado, el Demonio Anaranjado basó parte de su
discurso en criticar las tazas de Starbucks por desear felices fiestas decembrinas
a todas las religiones en lugar de una feliz Navidad. Él es cristiano y habla a
sus bases de supremacistas blancos y gente del KKK (cristiano) como su padre. Este
diciembre de 2017, en cambio, muy obediente, Starbucks sacó tazas más específicamente
navideñas y leyendas por todas partes deseando una feliz Navidad. Sólo Santa Claus está permitido en el gigantesco consorcio que acabó
con todos los pequeños y legendarios cafés de Nueva York. Fue una conquista más
de los votantes de Trump que pasarán el solsticio de invierno rodeados de crucifijos
(llameantes). Mientras tanto, ayer Trump decretó que la ciudad politeísta por
excelencia, Jerusalén, es ahora propiedad de un solo: el de Israel.
Por todo lo cual, aquí dejo este fragmento
de Un Dios para Cordelia. Es muy importante
entender la función que tuvo la religión en las bases de votantes de Trump. Si
yo fuera cristiana y congruente con los valores que el Cristo anterior al del
Vaticano predicó, ahora mismo estaría preguntándome qué clase de cristianos son
los simpatizantes de Trump.
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Un Dios para Cordelia. Novela. |
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