lunes, 6 de abril de 2015

Votar o no votar: no, no es ése el dilema /y II

El dilema realmente es seguir llamando a los diputados “legisladores” en lugar de “cortesanos”. Entendámonos: si cada sexenio extorsionan por los votos a favor de unas legislaciones que nadie quiere —ni ellos—, pero que emperadores como Slim y sus reyes les ordenan imponer para exprimir más a la población, si no representan más que a sí mismos y sus negocios secretos (algunos liados con el narcotráfico, otros meramente ilegales por implicar conflicto de intereses, pero que en todo caso no tienen nada qué ver con el bien público); si su objetivo, digan lo que digan, provengan del partido que sea, es desmantelar al país, empobrecer aún más a la mayor cantidad posible de gente para que los magnates como Slim vivan más, y trepanarse el cerebro autoconvenciéndose de que están en una república en la que, además, hacen muy bien su trabajo, ¿por qué seguimos hablando y comportándonos como si algún mexicano en su sano juicio hubiera votado de manera voluntaria, libre e informada por ellos? Está clarísimo que, gracias a ellos, se privatizarán todos los recursos naturales para que emperadores como Slim los administren. Gracias a ellos, la mayoría de la juventud mexicana será privada de educación pública y destinada a las filas del narcotráfico como quieren los reyes del crimen organizado (y, como se vio en Guerrero, con la ayuda no sólo del PRI y del PAN sino también del PRD y Morena). ¿Y seguimos llamándolos “diputados”? En realidad, a estas alturas, la única legislación que tendría sentido (por lo ridícula) es una que establezca que usen pelucas de cortesanos estilo Luis XV. Debemos hacer peticiones exigiendo una ley por la que el dinero del erario —que de todas formas se derrocha de la manera más inútil— sea destinado al diseño y el cumplimiento de la obligación de ponerse esto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu lectura y por tu paciencia. Los comentarios para los apuntes que tengan más de dos días requieren moderación.