Modiano, inexistant |
Tras la Gran Recesión de 2008 desapareció la excelente
Librería Francesa que hizo mis delicias durante una década en la Plaza
Rockefeller, frente al edificio cuyos murales pintó Diego Rivera (y que después
fueron completamente destruidos). Fue la primera tienda de negocios en ese
lugar y existió precisamente desde tiempos de la otra Gran Depresión, en los
años 30. Sus parroquianos casi lloramos su cierre.
Por ello, recibí con entusiasmo la noticia de que la
Embajada de Francia abrió a finales del mes pasado una nueva librería francesa
y sala de lectura, Albertine (en honor al personaje de Proust), aunque se encuentre
cerca de la casa del odioso Carlos Slim, pero también del hermoso Museo
Metropolitano.
A Roth, prohibido premiarlo |
Lo asombroso es que en ella tampoco tienen libros de
su nuevo Premio Nobel de Literatura. “Nos llegan en quince días”, me dijo ayer
la amable despachadora. ¿Y eso por qué? Pues porque no se lo esperaban. Porque,
en realidad, la campaña del Premio Nobel es más política que literaria, y
porque tal como se rumora en el mundo angloparlante, lo importante es nunca
darle el galardón al titán de la novelística Philip Roth, aunque lo merezca y no sólo por un libro sino por su vasta producción,
aunque sea mejor narrador que Vargas Llosa y Modiano, pero con una postura
política crítica del imperialismo estadounidense, del racismo en Estados Unidos
y del sionismo, siendo judío. En este año de bombardeos sionistas, era muy
importante para la Academia Sueca tomar una postura veladamente a favor del
poder del gobierno de Israel y distinguir con el premio a Patrick Modiano, no
porque no lo merezca, sino porque su temática es un recordatorio de la
ocupación nazi y, para los sionistas, una justificación del bombardeo a
Palestina.
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