LOS EXPERIMENTOS
PSICOLÓGICOS DE FACEBOOK ESTÁN CONECTADOS CON UNA INVESTIGACIÓN DEL
DEPARTAMENTO DE DEFENSA DE EEUU SOBRE INCONFORMIDAD CIVIL
Uno de los investigadores que condujeron los
recientes experimentos de Facebook recibió financiamiento del
Departamento de Defensa de los Estados Unidos para estudiar el contagio de las
ideas.
La semana pasada se descubrió que se estuvieron
aplicando experimentos psicológicos en una porción de usuarios de Facebook sin
pedirles permiso, a fin de probar el contagio de emociones en las redes sociales y
medir de qué manera impactan la conducta del usuario. Esto se supo gracias a un
documento que se obligó publicar a la propia empresa Facebook y a la Universidad de
California en San Francisco, en el que se reveló que más de seiscientas mil personas fueron usadas como
conejillos de Indias, lo cual ocasiona cuestionamientos no sólo éticos sino
legales, pues el estudio recibió financiamiento público federal en EEUU. Por si
fuera poco, esta semana se supo que dicha investigación está conectada con un
proyecto del Departamento de Defensa llamado la Iniciativa Minerva, “que financia a las universidades para modelar la
dinámica, los riesgos y los puntos de cambios cualitativos para una
inconformidad civil a gran escala por todo el mundo”, según nos informa SCGNEWS,
donde se añade que Facebook participó y tal vez sigue participando en el
programa PRISM de la NSA.
En suma, que lejos de solucionar la desigualdad
económica y la pobreza extrema en la que sucumben miles de millones en el
planeta para bienestar de un puñado de ejecutivos, políticos y estrellas de
cine en Estados Unidos, el ejército de este imperio invierte fondos del erario
público en estudiar “las emociones que generan inconformidad social”, poniendo
ciertas noticias antes que otras o escondiendo ciertos comentarios.* Todo
parece indicar que la firma del Acuerdo de Asociación Comercial Transpacífica TPP
sólo acentuaría esta política.
Ahora bien: yo, como escritora independiente y no escribana
del poder de los acaparadores, no conozco otra forma de vida que no sea bajo
vigilancia. Esto es así para mí, incluso, desde niña, pues en el represivo
régimen de Díaz Ordaz, todas las líneas telefónicas de las casas de periodistas (tanto los incorruptibles como los vendidos, y los que se corromperían después) estaban intervenidas. Posteriormente, cuando me escapé de la casa de mis padres,
mi propia familia me espiaba, mi hermano mayor me esperaba en la puerta a la
salida de mi trabajo, y más tarde, cuando escribía espectáculos de cabaret
político en el sexenio de Salinas, protestaba contra la firma del TLC y apoyaba
a los zapatistas, no tenía por qué suponer que el gobierno no sabía de mí.
Ahora que vivo en Estados Unidos, ni se diga: mi comunicación cotidiana ciberespacial es
muy activa y casi totalmente política.
Esto, por no hablar del espionaje de mis enemigos intelectuales. Todo lo cual francamente me autoriza a dar algunos sanos y
útiles consejos a las nuevas generaciones sobre cómo comunicarse a través de
redes que no son privadas:
OCHO CONSEJOS PARA UTILIZAR LAS REDES SOCIALES BAJO UN SISTEMA DE CONSTANTE ESPIONAJE Y DE TODAS FORMAS SER FELIZ
1. Nunca asumas que el recado, carta, fotografía o
video que colocaste en una red tan pública como Facebook, Twitter, Vimeo, Pinterest,
etc., o por correo electrónico “es privado” porque “sólo tú tienes la
contraseña”. No seas absurda. Tal como Snowden nos ha descrito ampliamente, en
materia de vigilancia vivimos en un régimen en algunos aspectos más invasivo
que el estalinista. Las películas y dramas sobre los micrófonos de la Stasi (el sistema de espionaje de la Alemania del
Este, abolido en 1989, por si no lo saben quienes no habían nacido), se quedan cortas
frente a lo que la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA: la
agencia que sabía de ti desde que estabas en el vientre materno) es capaz de
hacerte legalmente (en sentido nada figurado: no te entusiasmes). ¿Viste La vida de los otros (Florian Henckel
von Donnersmarck, 2006)? Pues imagínate eso pero estando en cualquier parte del
planeta y sin razón alguna (siquiera esos tipos se la jugaban por la “libertad
de expresión” y escribían cosas interesantes, no tuiteces).
2. Si no quieres que se sepa, no lo pongas en Facebook…
ni en ningún lado, pensándolo bien. Simplemente, cállate el teclado, y de paso,
la boca: tampoco lo cuentes por teléfono. Por deprimente que parezca, esta
coyuntura puede ser muy divertida, tal como descubrirás en el consejo número 3.
Mantén una parte importante de tu vida personal fuera del espacio de las redes
sociales. Esto no quiere decir que tú, como los políticos, seas una(un)
mentirosa(o). Quiere decir que no estás enajenada(o) por las redes ciberespaciales
y tu vida no depende de tu conexión a Internet.
3. En lugar de asustarte por las noticias sobre las
investigaciones macabras que el señor Zuckerberg permite que se realicen en tu
cerebro, aprovecha que el gobierno (o los gobiernos, como es mi caso) te
está(n) espiando, y dedica tu comunicación a decirles lo que no quieren ver ni
oír. Denuncia lo que los medios de paga no están informando sobre tu comunidad.
El empleado encargado de espiarte, algo aprenderá. Con suerte ,logras educar a algún
futuro renegado: a un futuro Snowden. Y, si no, por lo menos lograste ayudar a
quien te lea mientras las redes sociales sean gratuitas (situación que, como
puedes imaginarte, no será para siempre si no logramos derrocar a Carlos Slim y
al sistema que crea a los Slim del mundo).
4. Utiliza el monitoreo constante a tu favor, no en tu
contra. Por ejemplo: como herramienta para entender que una cosa es la
equivocación sin tener conocimiento del error (que siempre puedes corregir y
por la que siempre te disculpará la gente de buena fe), y otra muy distinta la mentira deliberada para salirte
con la tuya. Se supone que las redes sociales fomentan el exhibicionismo,
pero si tú aprendes a usarlas, en lugar de transformarte en un Narciso al que
sólo el espejo aguanta, puedes apoyarte en ellas para modelarte a tu voluntad. Si
no quieres convertirte en narcotraficante, periodista sobornado o intelectual subvencionado mexicano, aprovecha que en
la era de la comunicación instantánea e indeseada casi todo se sabe para revisarte sola(o)
tu comportamiento: no para creerte
mejor persona, sino para serlo.
Al respecto, yo tenía un amigo que, no sé por qué, me dijo por carta que él nunca bebe ni se mete drogas, que porque tiene mucho trabajo. Repito que no sé por qué me dijo eso a mí, pues no le atribuyo al problema del consumo de drogas un carácter moral (aunque me parece de lo más impráctico si lo que queremos en estos tiempos es acabar con el narcotráfico: ¿para qué fomentarlo como consumidores...? Pero eso es otro tema). El caso es que no se dio cuenta de que todos sus amigos llevan cámaras a las fiestas, recepciones, antros y cantinas a las que asiste cada semana, y que por más que él trate de borrar lo que se publica en su espacio, no puede controlar lo que cuentan los demás, mucho menos si es la figura pública más fiestera de México. (El autoexamen permanente nos aleja del comportamiento tipo #LadyTelecom Purificación Carpinteyro quien ahora está ofreciendo cincuenta mil pesos de recompensa al que le diga quién la grabó, porque su conciencia no hizo el trabajo para el que el pueblo le paga a una legisladora…)
Al respecto, yo tenía un amigo que, no sé por qué, me dijo por carta que él nunca bebe ni se mete drogas, que porque tiene mucho trabajo. Repito que no sé por qué me dijo eso a mí, pues no le atribuyo al problema del consumo de drogas un carácter moral (aunque me parece de lo más impráctico si lo que queremos en estos tiempos es acabar con el narcotráfico: ¿para qué fomentarlo como consumidores...? Pero eso es otro tema). El caso es que no se dio cuenta de que todos sus amigos llevan cámaras a las fiestas, recepciones, antros y cantinas a las que asiste cada semana, y que por más que él trate de borrar lo que se publica en su espacio, no puede controlar lo que cuentan los demás, mucho menos si es la figura pública más fiestera de México. (El autoexamen permanente nos aleja del comportamiento tipo #LadyTelecom Purificación Carpinteyro quien ahora está ofreciendo cincuenta mil pesos de recompensa al que le diga quién la grabó, porque su conciencia no hizo el trabajo para el que el pueblo le paga a una legisladora…)
5. Educa desde pequeños a tus hijos o a los niños a tu
cuidado a utilizar el espionaje a su favor en lugar de en contra suya, a que no
dejen datos precisos de los lugares, fechas y horas donde van a estar ni
quiénes son. Inventa juegos creativos para que practiquen junto contigo el uso
de la información. De ese modo no tendrás tú que convertirte en su espía ni
preocuparte de que los secuestren o los seduzcan porque tú no les enseñaste a
controlar el uso de la red.
6. Condénalos, pero no te dejes asustar por los “experimentos
psicológicos para controlar tus emociones” en Twitter o Facebook “manipulando
las noticias que lees”. Eso es tanto como decir que una novela “te enajena”
porque te hace llorar o reír. Si Facebook pone comentarios deprimentes para que
te entristezcas y ver qué cara pones, recuerda que lo mismo hacen todos los
noticieros, todos los anuncios (con y sin mensajes subliminales) y todos los
periódicos de paga. De todas formas, si tú no quieres conformarte con lo que te
pongan enfrente, nadie va a impedir que busques otras publicaciones y noticias.
7. Deja de ser una persona que depende de la opinión
de los demás para valorarse en las redes sociales y, de paso, en cualquier parte.
Si te fijas, el sistema de marcar aprobaciones (“darle me gusta” o “tener seguidores”) está diseñado para hacerte
creer en un “falso silogismo” (y no de colores, como los de Sor Juana, sino en
blanco y negro: bueno o malo, aplaudido o abandonado), bajo una falsa premisa:
la popularidad es siempre buena y legitima
tu comportamiento. Si algo que pusiste obtuvo muchas aprobaciones, quiere decir
que tienes la razón o hiciste algo bien. Ese razonamiento es muy peligroso e
inevitablemente te convierte en un cretino, además de una presa fácil del espionaje. Si no me crees, y si te da flojera
leer un libro magnífico que se llama Masa
y poder del escritor búlgaro Elías Canetti (que sí era analista, no como
Monsiváis, y que además fue un espléndido novelista), revisa las dos últimas y
más conocidas etiquetas de popularidad en México y piensa bien en qué consisten: a) etiqueta de popularidad “PUTOOO”: insultar equiparando al objeto de tu odio con
una persona homosexual, a pesar de que algunos de los científicos y artistas a
los que tú más admiras son homosexuales; b) etiqueta de popularidad “LadyTelecom”
(ser una legisladora corrupta y que te descubran).
8. Publica y difunde deliberadamente textos, imágenes y videos en los que tú creas y que te disminuyan el número de "contactos", "amigos" o "apegados". Aprende a respetarte a ti misma(o) en lugar de buscar la admiración de los demás.
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*Se pueden hallar también más datos sobre este
tema en español en este artículo: http://www.jornada.unam.mx/2014/07/04/opinion/023a2pol.
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