domingo, 27 de abril de 2025

Humorismo y lambisconería no se llevan bien: el caso de Bill Maher y Larry David

Les cuento el chisme (por si no lo han leído). El humorista Bill Maher solía ser hilarante cuando era muy crítico de las religiones y los adoctrinamientos y, por tanto, o paralelamente, un firme defensor de la ciencia. Invitaba a su programa a científicos como Neil DeGrasse Tyson y a opositores al régimen como Michael Moore. De un tiempo para acá, sin embargo, pasó por un proceso como el de los moneros y cabareteros mexicanos, hoy morenárquicos, a favor de todo lo que se les ordene decir desde la presidencia: Maher se convirtió en lambiscón de Trump, pero creyó que seguía siendo gracioso. Pasó los últimos años ridiculizando a los defensores de la diversidad racial y genérico-sexual y del pueblo palestino, y ayudó desde su magnavoz de HBO al triunfo de Trump. Retrató invariablemente como holgazanes tarados a los campistas de las universidades que solicitaban a sus instituciones no recibir financiamiento del Gobierno de Israel, ridiculizó sistemáticamente a los demócratas autodenominados “socialistas” y acusó a los negros de los incendios en Los Ángeles por haber sido contratados mediante los programas de cuota de inclusión. Por supuesto, terminó siendo invitado por Trump a cenar a la Casa Blanca.

     Lo interesante, y por lo que me parece un proceso parecido al de las cabareteras y los moneros, es que pensó que se puede seguir siendo gracioso y lambiscón del autoritarismo. Larry David le demostró que no se pueden lograr ambas cosas al mismo tiempo: publicó en el “New York Times” una parodia de su crónica de cena con Trump, pero como si fuera con Hitler.

     Bill Maher lleva una semana furioso, echando pestes contra David, dedicando sus programas a demostrar que Trump no es como Hitler... Ustedes dirán quién perdió ya. David le cambió el tema de la conversación y ahora lo puso a defender a Trump, que es lo que Maher no quería hacer, ya que vende su imagen como “crítico”. Pero no, no se puede tener todo al mismo tiempo. No se puede ser “crítico y humorista” en defensa de una abominación como es el Demonio Anaranjado. El poder vuelve a la gente tan soberbia que ya ni eso entiende. Cualquier parecido con los dizque cómicos de los canales 11 y 22 en México, o con lo que fueron los priistas y calderonistas en los canales oficiales de los sexenios anteriores con pelucas verdes horribles y mamonsísimos, no es mera coincidencia. Es que no se puede tener todo en la vida. 😁


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