Creo que a mi verdadero amor no le he dedicado nunca ninguna novela hasta ahora*.
Supongo que así son los verdaderos amores para algunas escritoras: no precisan ni exigen dedicatorias. Y las que fuimos constantemente espiadas, marginadas pero imitadas, protegemos lo que amamos más que nuestra vida.
Los escritores heterosexuales de mi país, en cambio, son tan infieles y mentirosos, que convierten la primera página de su libro en una componenda por tantos años de mentiras, ausencias y maltratos, mientras que el interior del libro, con su novela o poemario, va dedicado a sus diferentes concubinas, algunas de ellas, verdaderos amores.
Retratadas con nombres falsos, siempre llevan alguna impronta con la que pueden localizarse sin que la esposa las identifique. Y se creen privilegiadas, o así las hacen sentir. Tal vez lo sean con respecto a la esposa abandonada. Pero ni ellas ni la mujer "de planta" experimentarán el interminable placer de escribir y concluir su propio libro, que es lo que sí hacen los escritores. Y aún si llegasen a emprender esa locura, el único libro que aprendieron a escribir en su vida es acerca de su locura.
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*Aunque sí le dediqué uno, de narrativa corta, intitulado El suicidio y otros cuentos.
Más de los libros que no le dediqué a mi amor →
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