Este año fue terrible y glorioso a la vez, pues
fue el primer año de gobierno del Demonio Anaranjado con todo lo que ello
implicó: el ascenso del neonazismo al poder, y justo cuando se
precipitaron tres huracanes sin precedentes mientras él siguió negando el
cambio climático. Pero también fue glorioso porque floreció uno de los
esfuerzos más poderosos de la lucha zapatista: la primera candidatura
presidencial de una verdadera vocera indígena, “Marichuy”. La iniciativa de
visibilizar el mundo indígena no sólo hizo cimbrar a los partidos y a sus jilgueros
propagandistas de derecha e izquierda que han colaborado con el narcogobierno,
sino que hizo patente el racismo y el machismo en México. Lo que sigue por primera vez no puede ser sino mejor, y recupera la esperanza robada.
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