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Asamblea General Feminista de Ocupa Wall Street |
Yo me conservé viva durante esta década a la que solía llamar “mi tiempo extra” porque pensé que era una forma feminista de ser. Esperaba que alguna joven del futuro encontrara entre tanta escritora supuestamente autodestruida y suicida como castigo por haber escrito un libro insumiso, algo más necesario para ella que una trayectoria colmada de premios y primeros lugares en las listas de libros más vendidos, esto es, una vida desobediente y sin penitencia. Sin arrepentimientos. Sin claudicación. Mi vida como una ofrenda que no fue golpeada contra las piedras. Que les permitiera pensar que se puede decir no para saber decir sí. Que tal vez la locura sea precisamente adaptarse a un mundo tan desquiciado e injusto, y muy especialmente en México (la mía fue la época de la Alfaguara de Alatriste), a una vida de congresos literarios y galardones a la impostura. Solía tener un letrero en mi casa que decía: “No pasarás al momento en que tu realidad sin la mía se convierta en mi mundo”.
Sin embargo, o tal vez por eso mismo, encontré el amor en mi vida y me
fui a vivir con él para siempre. Fue un final feliz para quien merecía ser
castigada. ¿No es lo mismo que le aplican a Salinas de Gortari? El tipo se
refugió durante años en Irlanda y en Cuba, recuperó fuerzas a base de whisky y
mojitos y regresó a combatir a México. Si se lo permitían a un narcopolítico
criminal, ¿por qué no a mí?
Pero,
bromas aparte, en mi cumpleaños quiero decirles a las mujeres escritoras que
aunque quizás no consigan en este mundo quien les ayude a hacer la limpieza de
la casa, o bien, las relaciones públicas y el mecanografiado de su primera
novela como Magui d’Orellana hizo para que Alberto Ruy Sánchez ganara el Villaurrutia, y aunque quizás tengan que trabajar mucho más de la cuenta como yo y a los 51
años acaben con un cuerpo herido y operado varias veces, pueden encontrar un
hombre que las ame física y espiritualmente, y que en este tiempo les quise
hablar con el ejemplo más que con consejos, Que no necesitan hacerse
antifeministas y meterles zancadillas a otras mujeres. Y, a las escritoras, que
no hay necesidad de hacerse antifeminista ni de burlarse de las feministas para
que un hombre les pague la publicación de sus libros o las promocione y —en el
peor de los casos— se case con ellas.
Desafortunadamente,
la industria editorial del México que me tocó vivir promocionó más a las tramposas
que a las escritoras. Por añadidura, últimamente he podido comprobar en las
redes sociales que la Escuela de Escritores de la Sogem (que en mis tiempos
apenas se inauguraba), tampoco hizo mucho por explicar que ser escritor no es
conseguir becas y premios ni aprender a preparar proyectos. No me extraña, pues
uno de sus fundadores y principales promotores fue un gran bribón. Por
supuesto, existen las excepciones, pero es lamentable que sean las que hacen la
regla. Desgraciadamente nunca se puede ver mucho más allá de esa capa de
privilegiadas que publican y son invitadas a congresos y ferias de libros, que
en un mundo normal serían las que lo merecen pero que en este universo
enloquecido son más bien las que estorban.
Quiero
pensar que de todas maneras andan por ahí esas jóvenes rebeldes. Hoy, en mi cumpleaños,
lanzo esta explicación llena de evidencias al mar del ciberespacio porque
recientemente de la cultura oficial mexicana han resucitado uno de los más
viejos argumentos contra mí: que tengo envidia y que por eso critico al régimen
y a quienes se empeñan en perpetuarlo. Miren cómo viví, todo lo que he hecho y
quién fui, y pregúntense de verdad quién tendría que envidiar a quién.
La semana pasada, el cuerpo
coordinador de este intento de democracia horizontal a la que aspira (con
tropezones, pero constantemente) el
movimiento Ocupa Wall Street dio un paso cualitativo al celebrar la primera
Asamblea General Feminista. Inspirada en aquel encuentro de mujeres zapatistas
realizado en Chiapas, en esta asamblea los hombres se encargaron de cuidar a
los niños. Y, a diferencia de las asambleas de costumbre, no se trató tanto de
alzar la mano y votar sino de hablar. Y de hablar sin faltar al respeto al
otro. En mi grupo, una mujer estaba completamente en desacuerdo con lo que yo
creo, y en lugar de pelearnos e insultarnos, ayudamos a que otras que estaban
en silencio participaran y enriquecieran con sus puntos de vista lo que
estábamos diciendo. Mi contertulia decía que el problema de la discriminación a
la mujer se solucionaba aumentando la cuota de género. Yo le mencioné que una
mujer en el poder tal como está no cambia nada y muy por el contrario, la
convierte en un hombre que oprime a las mujeres. Mencioné a Hillary Clinton y
los feminicidios en Ciudad Juárez. Y, en ese momento, una mujer anciana y
paralítica habló mucho mejor que yo: dijo que no se trata de incorporarse al
poder para seguir oprimiendo a las mujeres, sino de cambiar la estructura del
sistema para que quepamos todas con nuestros derechos. Una participante que
había estado en silencio todo el tiempo enriqueció el argumento con sólo dos
palabras: Condoleeza Rice.
Hoy felicito a las
mujeres que me obligaron a llegar a este punto, más que a mí, a pesar de los
pesares. Y, como siempre, sobre todo celebro el cumpleaños de Rosario
Castellanos. Tuve el honor de haber nacido el mismo día.
¡Felicidades, Malú! Yo ya no estoy tan joven, pero sin duda, dejaste en mí, desde que te conocí en los días de El Financiero, una muy grata impresión y la sensación de que hacían falta muchas escritoras como tú.
ResponderEliminarSaludos,
Clara
No soy escritora, pero me salvaste del espanto de elegir entre Martha Lamas o cualquiera de las quesquescritoras (cuyo nombre no menciono para no arruinarte el festejo). Gracias totales y que sea también así la felicidad de este día...
ResponderEliminarLa broma de Salinas de Gortari tomando "whisky y mojitos" está de colección. Aguda Malú como siempre.
ResponderEliminarFeliz cumple!!!
Un abrazo enorme, Malú. Felicidades en tu día y el de Rosario Castellanos.
ResponderEliminarFelicidades. La verdad es que no tenía presente la fecha. Pero ayer mis controladores extraterrestres me condujeron a pasar frente a una tienda para cowgirls acá en esta isla semidesértica rodeada de tierra por todas partes. En el aparador exhibían una cornamenta de toro de la que colgaba un sombrerito. Lo compré enseguida para mandártelo sin saber que era tu cumpleaños. Y hoy por la mañana los ET me mandaron otro mensaje mientras caminaba por el downtown: pasa por la Plaza Hidalgo. Ahí, en la acera de enfrente del Palacio de Gobierno, está la placa que recuerda el asesinato de Marisela Escobedo el 16 de diciembre de 2010 por órdenes de You Know What I Mean. Javier Sicilia logró que se quedara luego de que el gobierno de Duarte Jáquez, gran amigo del narco-paraco colombiano Álvaro Uribe Vélez (su asesor, para mayores datos),la quitaba una y otra vez. Ni siquiera Lydia Cacho pudo ganar esa batalla cuando vino y le asestó a Duarte el bien merecido mote de góber mediocre. Me hinqué y toqué la placa recordando lo que hemos publicado en este espacio. A la cámara de vigilancia le consta. También le dije a Marisela que hace 21 días su nieta, la hija de Rubí, finalmente obtuvo el asilo político en Estados Unidos. Estos canijos gringos la tenían en un albergue en Houston para pequeños inmigrantes... ¿Qué le tienes envidia a quién, dicen? Aquí se aplica la célebre respuesta del legendario detective privado tex-mex Jay Armes cuando lo entrevistaron en una estación de tv "hispánica". Jay, le preguntaron, usted está corriendo pa´charife de El Paso contra unos anglos. ¿Cree que le puede ganar a esos anglos? Respuesta de Armes (llamado en realidad Julián Armas, nacido en Ysleta, TX, en 1932 y quien perdió las dos manos de joven cuando trataba de robarse unos rieles del tren para venderlos y poder comer, un verdadero outlaw): "Yo no estoy corriendo en contra de eos; eos están corriendo en contra mía." No te preocupes. "Eos" también corrieron en contra de Rosario Castellanos... Por ahí te llega el sombrerito de cowgirl y la camisa que ya sabes para que estrenes en la siguiente asamblea de Occupy Wall Street. Bang Your Pots On The Internet en solidaridad con los de Quebec y en apoyo a la reunión de mañana en Oaxaca!
ResponderEliminarP.D. En Quebec se dice: Bang les casseroles! Puro yual.
ResponderEliminarÓscar, no tengo cómo agradecer tus palabras de aliento, tu crónica, saber que pasaste frente a la placa y que recordaste a la difunta Marisela Escobedo y, en fin, todo lo que cuentas aquí. Inconmensurable obsequio de cumpleaños. Te abrazo a la distancia y te doy las gracias una y mil veces.
ResponderEliminarClara: Muchas gracias. Qué linda. Te mando mi cariño.
Anónimo: Martha Lamas era apóstol de Carlos Monsiváis, quien a su vez, tal como cuentan personas cercanas a él, practicaba estupro con jovencitos que le llevaban sus acólitos (eso, además de promocionar a la proxeneta Gloria Trevi). No es, ciertamente, una postura muy "feminista". Es acoso sexual. ¿A eso te referías? Qué bueno que no lo mencionaste para no arruinarme mi día, caray. Te mando besos y mi agradecimiento.
Etrusco: Ya sé quién eres y te envío besos etruscos.
Gracias por compartir este recuento y tu manera de pararte frente al mundo. Gente insegura como yo, y continuamente conflictuada con saber dónde está lo correcto te agradecemos tanta determinación de vivir de acuerdo a lo que consideras valioso. Algunos tardamos mucho en conocernos y empezar a definir nuestra ruta. Un abrazo.
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