jueves, 2 de agosto de 2012

Mi respuesta completa al diario "La Razón" por la pifia de Poniatowska y el justo reclamo de María Kodama


Esa pifia cometida por la mala lectura de la señora Elena Poniatowska es muy famosa desde hace años. Circula en internet y se comentó ampliamente en redes sociales (por supuesto, en la mía). Lo que no puedo creer que la hayan publicado en un libro sin verificar. Vaya: cualquiera que ha leído a Borges, sin necesidad de saber qué tan deshonesta y mentirosa es Poniatowska, puede notar algo malhecho, descosido, hilvanado, con pegostes que no son borgianos. No me extraña que Poniatowska y sus feligreses ni se enteren, pero fue asombroso que no hubiera ningún corrector ni lector de Random House Mondadori lo suficientemente familiarizado con la obra de Borges como para pegar un salto de su silla a la “pared que nada nos veda imaginar como infinita” (cito de memoria, yo sí, a Borges). Sonaba desafinado. ¿Qué no les suena la poesía de los grandes en el corazón? A mí sí. Me sonaba como a Yuri o a Gloria Trevi cuando estaba tratando de escuchar a Bach. http://www.razon.com.mx/spip.php?article132887

     Fue en 1989 cuando Mauricio Ciechanower le adjudicó la autoría a Borges. Poniatowska leyó a Ciechanower en lugar de a Borges y se inventó una entrevista en la que incluso le recita a Borges el poema apócrifo y Borges no objeta. Supuestamente, incluso, Borges lo comenta. Todo eso se publicó en el volumen de Random Mondadori pero estaba muy mal visto quejarse o burlarse. Hay que aguantar a los idólatras de López Obrador diciendo que es una gran escritora y festejando que Ebrard bautice un vagón del metro con su nombre. 
    Para más información:


Fragmento del ensayo:
“Jorge Luis Borges, autor del poema Instantes"
por Iván Almeida
Borges Studies on Line. On line. J. L. Borges Center for Studies & Documentation.

Atribuir a Louis Ferdinand Céline o a James Joyce
la
Imitación de Cristo, ¿no es una suficiente renovación
de esos tenues avisos espirituales?
(P. Menard)
—¿Si volviera a vivir?
—Bueno... volvería a hacer las cosas que hice.
Porque uno es como es ¿no?
(en R. Braceli: Borges-Bioy 43)
El cuerpo del delito
De las innumerables versiones que ofrece el poema del que aquí se trata, transcribo, a continuación, la que parece haber merecido las mejores tintas:
Instantes
Jorge Luis Borges
Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría
más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería
más helados y menos habas, tendría más problemas
reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente
cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener
solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos;
no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro,
una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas;
Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres
y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.
Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.
El texto citado ocupa dos páginas de la revista mexicana Plural, fundada por Octavio Paz en 1971, y dirigida por el ilustre Premio Nobel hasta 1976. Plural, ex-revista cultural del grupo Excélsior, era considerada por algunos como una de las más influyentes en la vida cultural de Latinoamérica. Este poema aparece en las páginas 4 y 5 del número de mayo de 1989. En una nota titulada “Un poema a pocos pasos de la muerte”, Mauricio Ciechanower lo presenta con un brío lírico que, convengamos, Borges (y Bioy y el académico G. Montenegro) le hubiera ciertamente envidiado. Extraigo algunos de sus conceptos:

Concebido poco tiempo antes de su desaparición —la sola mención de sus 85 años de existencia, en el final del poema, así lo acredita— remite a esa fundamentada hipótesis sobre la fecha real de su confección (...) Pieza preñada de un poder de síntesis magistral, “Instantes” refleja los pensamientos más íntimos del gestor de Elogio de la sombra a propósito del trayecto de vida que le tocara en suerte recorrer, desechando aquellos tramos existenciales a los que hubiera deseado dejar de lado y, por el contrario, incorporando aquellos otros que hubieran podido proporcionarle placer y gratificación plena. Suerte de testamento sin presencia obligada de notarios prescindibles, expresión de deseos que acoge sumas y restas de lo que constituyera su vida total. Texto sustancial que queda al alcance de los lectores de Plural, publicación virgen en suelo mexicano, y que permite un acercamiento de neto corte humano a esta figura mayor de la literatura de todos los tiempos. (5)[1]
Con elegancia, tal vez para dejar al lector la magia del descubrimiento, el comentador se contiene de hacer notar que, en esta pieza de concepción tan rebelde, Borges esconde, en el verso 12, la última de sus abdicaciones, la del respeto por la sintaxis. Tal vez de mayor prestigio aún, el libro de Elena Poniatowska Todo México, que contiene un capítulo de 45 páginas consagrado a una supuesta entrevista con Jorge Luis Borges. El libro es de 1990, pero la autora toma la precaución de fechar la entrevista en 1976. En la página 144, mientras Borges y Poniatowska hablan de Shaw y de Conrad, y antes de pasar a una abrupta pregunta por “Tolstoi y Dostoievski y Balzac y Proust”, la periodista nos concede un súbito entreacto, durante el cual tiene el privilegio inusitado de recitarle a Borges dos poemas seguidos, sin ninguna interrupción por parte del poeta. El primero es nuestro “Instantes”, el segundo, recitado sin transición, es “El remordimiento”. A continuación, Poniatowska decribe minuciosamente la reacción de Borges:

Borges escucha con incredulidad, con atención, acostumbra escuchar con seriedad, no se distrae, sin el bastón, sus dos manos sobre la colcha, se ve más desamparado.
Sonríe.
—¿Qué puede importarme ser desdichado o ser feliz? Eso pasó hace ya tanto tiempo... Estos poemas son demasiado inmediatos, autobiográficos, son remordimientos.
— ¿Y Tolstoi y Dostoievski y Balzac y Proust? (145-146)
En 1976 Borges tenía, según parece, 77 años, y no se ofusca de haber dicho “hace ya tanto tiempo”: “Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo”. Tampoco interrumpe a la recitadora para decirle, por ejemplo, “caramba, en castellano no se dice ‘yo fui una de esas personas que vivió’”... Sería relativamente sencillo tratar de resolver este intríngulis pidiendo amablemente a Elena Poniatowska que dé a conocer las bandas grabadas de la entrevista. Pero nuestra encuesta perdería en interés lo que ganaría en realismo y siempre es mejor someterse a la consigna de Dunraven: “la solución del misterio es siempre inferior al misterio”. Cedo, pues, la palabra al profesor Rafael Olea Franco, quien, en un artículo reciente, resume en forma sabrosa una serie de intercambios que hemos ido teniendo sobre el tema. En su texto, en primer lugar, puede verse que, a pesar de la fecha (ya anacrónica) de 1976, que figura en el libro Todo México, Elena Poniatowska había publicado su entrevista por entregas, ya en 1973, en Novedades del 9, 10, 11 y 12 de diciembre. Y Olea Franco comenta:
El enigma que plantea el pasaje de Poniatowska se dilucida si se comparan las entregas originales de la entrevista (1973) con la versión de ésta incluida en 1990 en Todo México; además de ciertas diferencias en el orden de los apartados, se encuentra que en la segunda entrega del texto original –donde hay un diálogo sobre Conrad, Tolstoy y Dostoyevsky–, no se discute la felicidad de Borges ni se citan o mencionan poemas suyos. De aquí deduzco que cuando Poniatowka volvió a publicar la entrevista, no dudó (no tenía por qué dudar) de la autoría de Borges respecto de “Instantes”, como tampoco lo hicieron otros muchísimos lectores e incluso profesores universitarios; por ello de ningún modo creyó caer en una contradicción irresoluble si “retocaba” el texto añadiéndole dos poemas del escritor que se relacionaban con el fundamental tema de la felicidad personal. (53-54)
Como si esto fuera poco, en el mismo artículo (irónicamente precedido, en la Gaceta del Fondo de Cultura Económica, por un texto de Poniatowska sobre Borges y Reyes), Olea Franco, con la amabilidad que lo caracteriza, da la estocada fatal a la hipótesis Poniatowska, relevando un infranqueable anacronismo que obliga a descartar, esta vez, también el segundo de los poemas leídos:
Como dije, la entrevista se efectuó en 1973, según lo comprueban numerosos datos: el Premio Alfonso Reyes, la preocupación del escritor por la salud de su madre (muerta en 1975), el nombre de su ayudante en ese primer viaje a México (Claudine Hornos de Acevedo). La fecha es clave, pues “El remordimiento” se publicó por vez primera el 21 de septiembre de 1975, en el periódico bonaerense La Nación, por lo que es imposible que Poniatowska haya podido citarlo en 1973. (53)
Inquietud: Elena Poniatowska, ¿autora de Jorge Luis Borges?
El comienzo de la indignación
En el prólogo del volumen Borges en la Revista Multicolor (1995) ‑libro improvisado, que contiene algunos textos de Borges y otros a él atribuidos con dudosa metodología‑ María Kodama, editora de las obras del poeta, vuelve sobre un asunto que ya la había llevado a obtener condenas y retractaciones públicas:
Lo más notable es comprobar que esa misma gente que no aprueba la publicación de las tres obras mencionadas [El tamaño de mi esperanza, El idioma de los argentinos, Inquisiciones], frente al poema “Instantes” o “Momentos” de la escritora norteamericana Nadine Stair, atribuido falsamente —quiero creer que por ignorancia— a Borges, esa gente, repito, nada dijo ni del estilo ni del contenido de esos versos. Aunque resulte infantil el lenguaje empleado y totalmente contradictorio el mensaje transmitido por el poema, con respecto a los principios que Borges sustentó hasta el fin de su vida.
Se llegó al horror de leer y enseñar en instituciones oficiales, y atribuyéndolo siempre a Borges, ese poema sin valor literario. (16)
Nace, entonces, una segunda pista: la escritora norteamericana Nadine Stair.
En el diario El País del 9 de mayo de 1999, Francisco Peregil publica una nota intitulada “El poema que Borges nunca escribió”, en la que, sin más argumentos que su justificada indignación, remacha la teoría de Kodama:
Craso error, porque la verdadera autora del apócrifo es una desconocida poetisa norteamericana llamada Nadine Stair, que lo publicó en 1978, ocho años antes de que Borges muriera en Ginebra, a los 86 años.
El problema es que la crítica literaria no obedece a la lógica binaria: poder afirmar que un texto no es de Borges no es haber probado que su autor es Nadine Stair. Así, los “stairistas” no han mostrado mayor rigor intelectual que los “borgistas”.
Nadine Stair, originaria de Louisville, Kentucky, fallecida en 1988 a la edad de 86 años, probablemente no ha existido nunca, al menos con ese nombre y ese apellido. El primer testimonio de autoría de este extraordinario personaje borgesiano remonta a 1978 (es, pues, dos años posterior a la supuesta entrevista de Poniatowska con Borges...) y aparece en la página 99 de Family Circus del 27 de marzo (cf. Benjamin Rossen). El texto, que de revista parroquial en T-shirts, ha ido sufriendo innumerables adaptaciones, es el siguiente:
If I Had My Life to Live Over
I'd dare to make more mistakes next time. I'd relax, I would limber up. I would be sillier than I have been this trip. I would take fewer things seriously. I would take more chances. I would climb more mountains and swim more rivers. I would eat more ice cream and less beans. I would perhaps have more actual troubles, but I'd have fewer imaginary ones.
You see, I'm one of those people who live sensibly and sanely, hour after hour, day after day. Oh, I've had my moments, and if I had to do it over again, I'd have more of them. In fact, I'd try to have nothing else. Just moments, one after another, instead of living so many years ahead of each day. I've been one of those persons who never goes anywhere without a thermometer, a hot water bottle, a raincoat and a parachute. If I had to do it again, I would travel lighter than I have.
If I had my life to live over, I would start barefoot earlier in the spring and stay that way later in the fall. I would go to more dances. I would ride more merry-go-rounds. I would pick more daisies.
Nadine Stair
85 years old
Louisville, Kentucky
Esta versión nos produce ya un primer alivio, el de confirmar las sospechas de que se trataba de una prosa.
Más bien forzado por las circunstancias que por un verdadero placer de sabueso, he debido rastrear durante años los pasos de esta escritora, pariente lejana, sin duda, de Herbert Quain. La mayoría de las pistas conducían a los medios de espiritualidad gerontológica. El texto parecía ser la simple respuesta de una anciana a la pregunta “¿qué haría usted si le fuera dado volver a vivir?”. En un cierto momento me pareció que llegaba a la fuente verdadera: alguien citaba el best-seller Peace, Love & Healing del Doctor Bernie S. Siegel, el gerontólogo más leído de los Estados Unidos. Tragué la vergüenza que implicaba encargar y recibir un libro con ese título, cuando se cree ser profesor de epistemología. Suspiré de alivio al descubrir, en la página 285, el texto que buscaba. La decepción fue brusca. Por una parte, la forma era de nuevo la de un poema y, por otra, las referencias que daba el científico estadounidense cabían en estas pocas líneas:
Some wise words on the subject of living in the moment came from an eighty-five-year-old woman named Nadine Stair, who was confronting death. I’ve seen several slightly different versions of this poem, but the one I like best is this. (285)
Vemos que el “eminente facultativo” elige, como criterio de selección de sus fuentes, el de su propia sensibilidad estética. Es de esperar que en el ejercicio de su profesión se muestre menos intuitivo.
En un documentadísimo site de Internet basado en Holanda, su autor, Bejamin Rossen, ha centralizado y ordenado toda la información que ha ido recabando de diferentes lugares, incluido nuestro propio Centro Borges[2]. Allí aparece in extenso el resultado de una pesquisa realizada por la periodista Joannie Liesenfelt, especializada en búsqueda de personas y familias perdidas. Intrigada por una antología de mujeres poetas publicada por Papier Mache Press, que lleva como título un extracto de este presunto poema, Liesenfelt viaja a Kentucky y se dedica a indagar acerca de la identidad del autor. En ninguna de las cuatro familias de Kentucky que llevan el nombre Stair encuentra rastros de Nadine. Sin embargo, una de las personas contactadas, Laura Stair, le declara que, acosada por centenas de cartas, ella misma ha llevado a cabo una indagación con el siguiente resultado: la persona en cuestión se llamaría Nadine Strain, con la cual Laura Stair afirma haber mantenido alguna relación telefónica. Siguiendo el consejo de esta persona, Liesenfelt continúa la investigación valiéndose del testimonio de Byron Crawford, periodista del Louisville Courier-Journal y autor de varios artículos sobre Nadine Strain. Crawford ha estado en contacto con la sobrina de esta persona, quien afirma que la verdadera ocupación de su tía era la música y que no se le conocen más escritos que el que Crawford menciona.
He podido leer el artículo de Crawford en el Louisville Courier-Journal del 15 de junio de 1992. Con el entusiasmo del redactor de un diario de pueblo en el que se hubiera aparecido la Virgen María, Crawford afirma y celebra más de lo que prueba. Cito las últimas palabras del artículo:
Nadine Strain died at a nursing home in November 1988 and left her body to the University of Louisville School of Medicine. But she left little pieces of her heart and soul with all of us who have read her precious essay about eating ice cream, going barefoot, riding merry-go-rounds, picking daisies and living life.
We will not forget you Nadine Strain.
Sabemos, pues, que Nadine Strain existió, que nació el 1º de julio de 1892 y murió el 20 de noviembre de 1988 en Louisville y que su sobrina está feliz de saber que su tía goza de una cierta celebridad. Nada sabemos, en cambio, de Nadine Stair, salvo que en esa época, en Kentucky, nadie llevaba ese nombre. Pero sabemos también que cuando ese texto aparece, firmado por Nadine Stair, el año en que Nadine Strain cumple los 85 años de edad estipulados, ya hacía 25 años que circulaba otra versión del mismo...

Tomado de “Jorge Luis Borges, autor del poema Instantes"
por Iván Almeida
© Borges Studies on Line 17/06/01
© Ivan Almeida

How to cite this article:
Ivan Almeida. "Jorge Luis Borges, autor del poema 'Instantes'"  Borges Studies on Line. On line. J. L. Borges Center for Studies & Documentation. Internet: 17/06/01

2 comentarios:

  1. Se confirma la máxima de Dunraven: “la solución del misterio es siempre inferior al misterio”, y se resalta en la investigación que se sigue sobre la existencia de la tal Nadine Stair, o mejor, Nadine Strain, una idea del poema de Kavafis, sintetizada y prosaicamente descrita aquí, a cerca de la superioridad de la búsqueda sobre el hallazgo: importa menos llegar, que recorrer el camino hacia Itaca, y mejor si éste es largo y complicado. No entiendo sin embargo a Iván Almeida cuando dice: “Tal vez de mayor prestigio aún, el libro de Elena Poniatowska, Todo México…”. ¿Sí? ¡¿De veras?! La pura comparación perturba. De la Ñoña, ni qué decir. Quizás lo más exaltable de su obra –para mi-, cuando no es un plagio total como el que le hace a la protagonista de Hasta no verte Jesús mio, y tantos otros, sea aquello que ella misma confiesa que sarcásticamente le dijera un día Monsiváis, cuando ésta le enseñó un texto primerizo de ella, y que se refería al consejo que le diera el escritor de la izquierda oficial, en el sentido de que mejor se dedicara a otra cosa. Dejo por otro lado a los expertos dilucidar el origen y autenticidad del poema multicitado, la originalidad de Borges y los enjundiosos asuntos de la sintaxis.

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  2. Malú Huacuja del Toro3 de agosto de 2012, 0:42

    "La viuda de Borges mostró su disgusto con la 'falta' de Poniatowska, que consideró 'un error verdaderamente imposible de imaginar'": nota del periódico "El Universal" http://www.eluniversal.com.mx/nacion/198880.html

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