domingo, 22 de septiembre de 2013

Los rostros de la envidia universal





Anna Netrebko
Subcomandante Marcos
Decía Ciorán que el éxito tiene siempre algo de falso. Y añado yo que por eso lo perdonamos. Pero cuando no lo es, cuando por fuerza del azar en este mundo profundamente injusto y desigual alcanza fama mundial quien tiene mérito, las multitudes se someten arrobadas al milagro y empuñan la existencia de, digamos, una estrella de Hollywood que además es una enorme actriz como Meryl Streep, o de un genio como el director Von Karajan, blandiéndolas como banderas del sentido del esfuerzo y la lógica en la absurda fama.
          Con todo, hasta esto tiene un límite.  Cuando ese permiso tácito es desbordado, la masa de admiradores se indigna y no perdona. Si el ídolo además de bello y apto muestra gran destreza no sólo en el terreno de la actividad que lo dio a conocer y rebasa su hermosura y algo más(pero sólo una cualidad más), la admiración se convierte en odio. Una maledicencia destructora cubre todo lo que hacen.
          Mis dos ejemplos preferidos de este fenómeno son la soprano Anna Netrebko y el subcomandante Marcos.  Pero hay otros.
           El subcomandante Marcos alcanzó sin beca del Fonca la atención mundial que codiciaban todos los intelectuales de México con sus escritos y que nunca obtuvieron. Aún así le perdonaban que fuera guerrillero, por supuesto que fuera guapo (es atributo obligatorio en los famosos que eroticen al espectador) y que tuviera sentido del humor, pero no que fuera congruente. Para caer bien y ser amado permanentemente, debió haberse conformado con acabar de performancero en los festivales de cabaret internacional comandados por las Reinas Chulas, pagadas por el Fonca y (ahora lo sabemos) la UACM.

          En lo que respecta a la gran cantante Netrebko, como ella misma ha señalado: “En mi profesión no basta con hacer locuras y salir semidesnuda, si no sabes cantar, no llegas a ningún lado”. Ella ha llegado muy lejos y es una de las mejores sopranos de estos tiempos, pero hay que ver lo que le emplasta la gente en los foros públicos para medir la envidia que su atrevimiento ha generado. Para caer bien, no sólo no debió haber tenido un cuerpo escultural, sino que debió haberse conformado con las puestas en escena tradicionales, los movimientos acartonados y los vestidos de princesa.

4 comentarios:

Gracias por tu lectura y por tu paciencia. Los comentarios para los apuntes que tengan más de dos días requieren moderación.