jueves, 12 de abril de 2012

De la entrevista sobre el plagio

     —¿El plagio es un asunto de ética, más que un aspecto penal o judicial?

    —Creo que es cuestión de profesionalismo artístico, de salud mental y de ética del oficio que incide en muchos aspectos de la cultura: incluso en la historia del arte y de la literatura; en lo político, y en lo penal si el plagio es lucrativo (y casi siempre lo es). Hay también casos de intento de plagio post-mortem. Recientemente acaba de estrenarse en Estados Unidos (creo que también en México) la película Anonymous, escrita por John Orloff (Emmerich, 2011), basada en una de las muchas interpretaciones oxfordianas y baconianas sobre la supuesta inautenticidad de la pluma de Shakespeare. Esto es: un intento de que Bacon u Oxford, por ejemplo, “plagien” a Shakespeare. Como fantasía, es divertida, pero se sabe que Shakespeare escribía para su compañía teatral y que tenía un actor muy talentoso y cómico, Will Kemp, para quien creaba específicamente ciertos papeles. Hay manuscritos en los que en lugar de poner el nombre del personaje (“Nurse”, por ejemplo, en Romeo y Julieta), escribe el nombre del actor que representa a la nodriza: Kemp. Eso es un error en el que difícilmente incurre un duque desde su torre en la corte. Orson Welles no fue mucho menos prolífico que Shakespeare, pero en su época ya había grabadoras y cámaras para regístralo y por eso no se le pudo atribuir su talento a… Rockefeller, por ejemplo. Son intentos con los que se trata de obtener una retribución ya sea económica o de prestigio: los historiadores ganan con la “nota roja” igual que los periodistas de tabloides. Según correspondencia disponible, Freud invirtió gran energía en demostrar que Shakespeare no es Shakespeare sólo para no reconocer que Hamlet fue escrita antes de la muerte de su padre, John Shakespeare, y no como una reacción edípica, tal como Freud publicó. Con tal de no dar su brazo a torcer, Freud hizo magno berrinche como un Alatriste cualquiera. De todas  formas, sólo a los plagiarios les importa muchísimo disertar abundantemente sobre sus plagios y sus premios malhabidos, sobre el "fenómeno" de la "apropiación" cultural, sobre el "legado",   etc. Son los únicos que simulan demencia o parecen no entender la diferencia  con el proceso de aprendizaje, con la coincidencia verdadera, la recreación, parodia intencional, o asimilación artística.

(Fragmento de las respuestas que, por motivos de espacio, no salieron publicadas ayer en el períódico El Financiero Ir al reportaje completo.)



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