viernes, 19 de noviembre de 2010

El protocolo de Mahler y los sueños

 A Luis Eduardo Báez.
Se dice que fue Mahler quien instituyó el protocolo del concierto de música clásica en el siglo XX: que acabó con los clubes de admiradores, que hizo que la gente que llegaba tarde se esperara en el vestíbulo en lugar de entrar taconeando y pisoteando a los que se tomaron la molestia de llegar a tiempo (“¡Tía Juancha! ¡Tía Juancha! ¿Dónde estás? ¡No te hallo!”. “Acá, m’hija.” “¿Dónde?”) y que suprimió los breves aplausos en mitad de la obra. Aunque su música fue prohibida por los nazis, hoy se le acusaría de “fascista” (calificativo que se aplica demasiado ligeramente a cualquier intento de disciplina, así sea cariñosa y pedagógica).
            ¿Hizo más aburridos los conciertos? No, pero quizás sí más solemnes, y de la solemnidad también se abusa. Lo cierto es que siempre ha habido una pugna entre el rigor artístico (incluso en la irreverencia) y la ignorancia, pues aunque no me lo crean muchos jóvenes aspirantes a escritores, hay una diferencia entre pretender que se posee una sabiduría enciclopédica para escalar en la pirámide del inconmensurable poder que se otorga en México a los intelectuales orgánicos, y, simplemente, saber mucho. En cuanto a conocer las reglas, hasta los globalifóbicos que rompen vidrios de las cafeterías de Starbucks saben que es vidrio el material que están apedreando y cómo se rompe. Así ocurre en todos los géneros. En la música popular, nunca falta un más riguroso compositor Fito Páez  burlándose y diciendo —con sobrada razón—, que algo está podrido en el gusto musical argentino si el Luna Park lo llena Arjona y no Charly García. Por supuesto.
             Siempre hay una o un cantante que no fue a la fiesta para cuidar su concierto del día siguiente, y otro que sí fue, que se embriagó y se drogó, que bailó toda la noche con la más linda o con el más guapo,  que a la mitad de la fiesta se “conectó” con el productor importante y el amante del director de la sala de conciertos, que durmió con los dos, que despertó con ellos al día siguiente, que aparece en todas las fotos de Facebook y que consiguió el trabajo de los sueños de todos. 
      Pero cuando nos vamos a dormir, no es con su voz con la que soñamos…Mahler's 8th. Finale

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